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RELATO BREVE

RELATO BREVE

ABRIL 2018

Quinoa Rider

Quinoa Rider

ALBERTO SEPÚLVEDA

Hoy he soñado con que llegará el día en que el gluten esté prohibido. Los celíacos se unirán y se infiltrarán poco a poco en los consejos de administración de las empresas más importantes y en las altas cúpulas de los gobiernos más poderosos del planeta. El resto de la humanidad no se dará ni cuenta. Los medios dirán a todas horas que el gluten te mata aunque no seas celíaco. Que dejes el trigo y te pases a la quinoa. Que si quieres ser un chico fitness no bebas cerveza sino batidos detox con calabacín y espinacas, como si las palabras calabacín y espinacas no fueran antónimos de batido. De repente un día todos los televisores emitirán un mensaje en el que diga que queda prohibido el consumo de gluten bajo pena de azotamiento. Se creará una policía especial ultrasecreta que se encargará de rebuscar las migas de la gente y analizarlas. A todo aquel que se le pille comiendo trigo se le dará una zotaina en el lomo con una vara de olivo.

Al principio nos parecerá una broma, pero poco a poco nos iremos dando cuenta de que todo esto se trata de un nuevo régimen mundial y empezaremos a culpar a quien sea. China culpará a Estados Unidos, los supremacistas blancos a los negros y Albert Rivera seguirá diciendo que qué pasa con Venezuela. La locura llegará a tal punto que los del Madrid asegurarán que la culpa es de los culés y los del Barça dirán que han sido los putos merengues por lo que una tarde quedarán todos en Zaragoza y se partirán la cabeza los unos a los otros. El nuevo gobierno ultrapoderoso enarbolará la bandera del «gluten free» en cada edificio oficial. Se llenarán fosas marinas con gluten. El pan sabrá a puta mierda y la fábrica de Kellogg’s se irá a pique dejando a miles de personas en la estacada. Se quemará Extremadura entera. Los niños tendrán que preguntar a sus abuelos a qué sabían los perritos calientes y los ancianos quedarán para charlar sobre aquellos años en los que ríos de cerveza bañaban las ciudades embriagándolo todo. Será una auténtica distopía. La represión a los rebeldes será brutal. Existirán contrabandistas que pasarán bolsas de Doritos en los tubos de escape de los camiones. Abuelas mexicanas cocinarán fajitas a escondidas en pisos francos de Tetuán. Las luces de los helicópteros policiales no dejarán dormir a los vecinos de los barrios pobres. Será como la Ley Seca, pero esta vez de verdad. Los cárteles de la droga empezarán a vender cereales, vagabundos se meterán bolas de harina en el ojete para pasarlas de un barrio a otro a cambio de cuatro duros. Hasta los artistas dejarán la absenta y quedarán en antros infernales para comer Chocapics.

La sociedad no será capaz de soportarlo. Nos dejará de importar quién se queda el petróleo del planeta. Las fronteras y las guerras se olvidarán. Se abandonarán las armas nucleares en cualquier descampado. La gente se abrazará como se abrazan en esas pelis en las que vienen los extraterrestres y nos conquistan. El nuevo orden mundial unirá a todo el globo contra los celíacos. Nos organizaremos y haremos manifestaciones. Crearemos una petición en Change.org. Haremos pintadas insultantes. Quemaremos neumáticos. Los celíacos se reirán de nosotros pero la revolución será imparable. Toda la humanidad se unirá por la causa. Se armarán milicias. Se saboteará a la policía. Algún grupo radical secuestrará a la hija del jefe de Mercadona y pedirá toneladas de Risketos como rescate. La policía disparará contra los indignados. En las noticias se nos llamará violentos pero seguiremos unidos, solidarios, hasta que un día tomemos el control. Mandaremos a la élite antigluten a cultivar trigo a gulags en Albacete. Se restaurará el régimen anterior. Volverán las fronteras. Alguien empezará una guerra. Alguien tirará una bomba. Alguien querrá el petróleo de otro, pero el gluten habrá vuelto a nuestras vidas.