La filosofía estoica, sobre cualquier otra cosa, nos conduce a preocuparnos sólo por las cosas que podemos controlar (concretamente por nuestra virtud). Es una filosofía que adoptan muchos atletas, consciente o inconscientemente. Por ejemplo, echa un ojo a esta cita de Apolo Ohno:
Ganar o perder no depende de mí. Después de todo, puede que no sea mi día. Y yo me guío completamente por esta filosofía respecto al deporte. Me guío por mis emociones. Quiero ganar. Estoy hambriento. Soy un competidor. Tengo esa llama. Pero en el fondo, disfruto del arte de competir mucho más que del resultado.
Todo atleta sabe que la victoria no es algo que puedas controlar directamente, sólo puedes controlar el modo en que entrenas, cómo te preparas y cómo compites. El filósofo estoico tendría entonces que decir que perder no debería molestarte en absoluto, en tanto que sabes que has hecho todo de la manera adecuada. El hecho de que aparezca alguien mejor, o te lesiones, o te resbales, o cualquier cosa que escape a tu control, no debería provocarte preocupación o sufrimiento alguno. Sólo deberías preocuparte de las cosas sobre las que puedes hacer algo.