El Círculo de Viena fue un grupo de intelectuales de principios del siglo XX que estaban radicalmente comprometidos con la idea de que la ciencia empírica es el único conocimiento (a esto se le llama positivismo lógico). Estaban muy influidos por el Tractatus logico-philosophicus de Wittgenstein, que ofrecía una explicación similar para el conocimiento y rechazaba asimismo la metafísica. Mantuvieron con él, en persona, numerosos debates filosóficos, si bien no se le consideraba parte del círculo. El positivismo lógico gozó de una vida corta, colapsando en buena medida debido a sus dificultades para acotar qué es ciencia y qué no (algunas formulaciones tendrían que excluir demasiadas cosas, o integrar demasiadas materias en el concepto de «ciencia»), y al fracaso del principio de verificación para explicar cómo funciona la ciencia en la práctica (especialmente tras las críticas posteriores de Popper, Quine y Kuhn). El positivismo lógico no se abandonó, como suele pensarse, a causa de que la formulación de sus ideas fuera, en sí misma, no empírica. Ellos estaban al corriente de este hecho, y pensaban que sólo podría subsanarse a través del razonamiento a priori.