Laura Mascaró:
«La especialización en el conocimiento no
tiene sentido en edades tempranas».
SEPTIEMBRE 2015 \ VÍCTOR OLCINA
Laura Mascaró:
«La especialización en el conocimiento no tiene sentido en edades tempranas».
SEPT 2015 \ VÍCTOR OLCINA
Madre unschooler, escritora, articulista y promotora de la Plataforma por la libertad educativa, Laura Mascaró es una de las voces más críticas y certeras de nuestro sistema educativo. Desencuentros con el colegio de su hijo le llevaron desde muy pronto a educarlo en casa, desde donde vive y pone a prueba una variedad de enfoques que no caben en la enseñanza estandarizada. A continuación charlamos con ella sobre éste y muchos otros temas en torno a la educación, la creatividad y la infancia.
Como has comentado en varias ocasiones, la razón principal que te ha llevado a educar a tu hijo en casa es la incapacidad del sistema educativo, público y privado, para satisfacer sus necesidades educativas. ¿Se puede mejorar el sistema? Siempre he creído que otra de las vías podría pasar por reconstruir el modelo basado en las cooperativas de profesores y en la libre experimentación de planes de estudio.
Estoy convencida de que el sistema escolar nunca va a funcionar mientras se siga centrando en los procesos de enseñanza y no en los procesos de aprendizaje. Cada niño tiene una forma de aprender diferente y un ritmo propio, por tanto, nunca va a funcionar un sistema que pretenda ser válido para todos. Debería haber libertad real de creación de centros (y no como ahora, que para cumplir toda la normativa sólo puedes acabar creando un colegio como los miles que ya existen); y dentro de cada centro, padres y profesores deberían poder elegir los modelos educativos, el plan de estudios, los materiales, los tipos de evaluación, los horarios, etc. No existe ningún modelo ideal. Lo que funciona para mi hijo puede no funcionar para el tuyo y eso no significa ni que mi método no sea bueno ni que tu hijo tenga problemas de aprendizaje sino, sencillamente, que mi método no es adecuado para tu hijo. Y no hay que buscarle tres pies al gato. He conocido a familias con cuatro hijos que usaban cuatro métodos diferentes: uno era unschooler, dos estudiaban en una escuela a distancia y otro estaba escolarizado en un centro concertado presencial. Eso debería ser así para todos los niños: estar en el sistema que es más adecuado para ellos, en función de su carácter, de sus capacidades, de su estilo de aprendizaje y de sus necesidades educativas. No importa que sea educación en casa, en una cooperativa o en una empresa privada. Ninguno es la panacea pero todos son necesarios.
En una línea similar, otros pedagogos observan que deberíamos pasar del énfasis en el conocimiento al énfasis en el niño, lo que implica un contexto educativo completamente nuevo como el que aludías. ¿Habrías llegado al punto de educar en casa si la educación establecida siguiera una línea similar? En otras palabras, ¿el atractivo del unschooling y el homeschooling se debe a las carencias de la educación formal o tiene un valor en sí mismo?
No puedo saber qué habría pasado. A lo mejor si hubiera encontrado una escuela que hubiera sido capaz de satisfacer las necesidades educativas de mi hijo nunca me habría planteado la opción de educar en casa. En este sentido puedo decir que es muy cierto el dicho de «no hay mal que por bien no venga». Agradezco los problemas que tuvimos porque nos llevaron hasta este camino que, a día de hoy, ninguno de los dos cambiaríamos por nada del mundo. Creo que sí tiene valor en sí mismo, pero también es probable que llegara menos gente. En España todavía somos mayoría las familias que educamos en casa porque primero tuvimos un problema dentro del sistema escolar. Las convicciones llegaron después. Y siempre habrá niños que no se adapten a las escuelas, incluso aunque las escuelas cambien y empiecen a poner el énfasis en el aprendizaje y en el niño.
Siempre habrá niños que rinden más en horas nocturnas que diurnas, niños que trabajan mejor solos que en equipo, o que tienen cualquier otra característica que les dificulte su inclusión en una escuela. Incluso en una escuela libre. Así que la educación en casa y el unschooling seguirán existiendo porque son los sistemas ideales para algunas familias. Y otro factor a tener en cuenta y que hoy en día no existe es la permeabilidad del sistema. Me refiero a la posibilidad de pasar de un método a otro fácilmente: poder probar un tipo de escuela y, si no funciona bien para ti, cambiar a otro tipo de escuela o probar la educación en casa. Y así, ir probando hasta dar con el método adecuado para cada niño en cada momento.
Recogiendo lo que comentas sobre la permeabilidad del sistema, ¿qué relación crees que debería existir entre el homeschooling y el sistema educativo en general? Es decir, ¿debería el Estado supervisar a los homeschoolers mediante supervisores y exámenes, o debería proporcionar libertad total para experimentar en casa y pasar de un sistema a otro?
En mi opinión, el Estado no debería tener ni voz ni voto en cuestiones educativas. Creo que debería haber libertad (absoluta, porque o eres libre o no lo eres, pero no puedes ser un poco libre). Libertad para crear centros docentes y libertad para que los padres elijan la educación que quieran para sus hijos, ya sea en casa o en el cole. Y, por supuesto, pudiendo cambiar cuantas veces sean necesarias. Exactamente igual que los adultos cambiamos cuando nos vemos inmersos en un sistema y descubrimos que no es útil o adecuado para nuestras necesidades. No veo ningún motivo por el que el Estado deba decidir cómo han de ser los centros docentes, ni cuál ha de ser el contenido del currículum, ni mucho menos evaluar a nadie (ni a profesores ni a homeschoolers). Los padres, por lo general, son los primeros interesados en que sus hijos reciban una buena educación y el Estado ya se ha demostrado incapaz de garantizarlo así que deberíamos encontrar la forma de retirarle esa potestad que, además, crece cada año que pasa.
En otro lugar comentabas que la educación puede prescindir de la compartimentación en asignaturas para enfocarse mediante proyectos —a través de los cuales el niño va familiarizándose transversalmente con diferentes materias—, ¿puedes poner algún ejemplo de este método?
La especialización en el conocimiento no tiene sentido en edades tempranas. Obviamente cumple una función importante y es necesario compartimentar el conocimiento para que pueda desarrollarse la investigación en cada campo. Pero para que los niños encuentren sentido a la información que reciben, ésta debe estar interconectada, como así es en el mundo real. Recuerdo que una de las cosas que más me molestaban cuando yo iba al colegio era tener que cambiar de asignatura cada 50 o 60 minutos. Para mi suponía un esfuerzo muy grande. Y recuerdo también que, un día, comencé a ver que había relación entre lo que me explicaban en la clase de historia y lo que me explicaban en la clase de literatura o, incluso, en la de ciencias. De repente todo comenzaba a tener sentido pero, a cambio, sentí que me habían engañado. Me sentí estafada porque me habían hecho perder muchas horas (¡muchos años!) de mi vida.
En el mundo real todo está interconectado así que, ¿por qué motivo habríamos de compartimentar el conocimiento en asignaturas inconexas a la hora de enseñar a los niños? Cada vez hay más colegios que optan por seguir metodologías basadas en proyectos y, en general, los resultados son buenos. También la mayoría de familias homeschoolers trabajamos así. Tratamos de ver el aprendizaje en todas partes y no nos importa mucho que cierto conocimiento que acabamos de adquirir corresponda al área de matemáticas o lengua o ciencias sociales. Eso llegará más adelante, cuando cada uno decida profundizar más en un tema o especializarse en su vida profesional.
Ken Robinson comenta que la educación oficial actual está pensada para formar académicos y trabajadores manuales, lo que explica el escaso papel que se otorga a las artes y a la faceta creativa de los niños, ¿qué papel consideras que deberían tener en la educación?
Es cierto, el sistema escolar ha quedado anclado no en el siglo XX sino en el XIX. La mayoría de la gente, docentes incluidos, no sabe —ni quiere saber— cómo, dónde, cuándo y por qué se originó el sistema. Ni mucho menos saber por qué se sigue manteniendo. Si tengo algo claro es que, cuando mi hijo alcance la edad de comenzar a trabajar (y sólo tiene 9 años), existirán muchas profesiones que no sólo ahora no existen sino que no somos capaces de imaginar. En el ámbito de la tecnología esto es muy evidente (¿quién habría podido entender, en el año 1980, lo que sería un community manager?), pero todos los demás ámbitos profesionales también están sufriendo cambios profundos. Es imposible preparar a los niños de hoy para el trabajo de mañana. Sobre todo si seguimos aferrados a las herramientas de ayer. La creatividad no debería tener ningún papel en la escuela y, a la vez, debería ser el centro y origen de todo. Me refiero a que no debería tener ningún papel oficial o formal. No hace falta estimular ni fomentar la creatividad. Todos los niños son creativos por naturaleza. El problema es que todavía mucha gente entiende la creatividad como un concepto limitado, normalmente vinculado al mundo de las artes. Pero la creatividad es mucho más que eso. Las mujeres creamos cuando damos a luz. Los niños crean cuando cogen un juguete y lo usan para algo diferente de aquello para lo que supuestamente sirve. Así que la creatividad es fundamental en cualquier proceso educativo pero la sofocamos precisamente cuando intentamos fomentarla.
En alguna ocasión has comentado que los problemas de socialización en los niños educados en casa son una creencia injustificada. Sin embargo, al entrevistar a David Friedman, que educó a sus hijos en el mismo sistema, comentaba que éstos habían tenido problemas para conectar con otros jóvenes al llegar a la universidad. Friedman confesaba que, de niño, en cuestión de inteligencia probablemente iría varios años por delante de los demás niños de su edad, pero que su nivel de sociabilidad estaba claramente varios años por debajo. ¿No es un inconveniente a tener en cuenta? ¿Puede solucionarse también desde casa?
El primer problema que tenemos con la cuestión de la socialización es que en general se aborda el tema sin aclarar el concepto. Mucha gente se refiere al hecho de tener contacto con otros niños. Eso puede ser una desventaja para aquellos niños no escolarizados que viven en zonas donde no hay muchas otras familias que eduquen en casa; entonces las posibilidades de relación se limitan mucho, pero es tarea de cada familia buscar la forma de que ese contacto exista. Y no tiene por qué ser con otros niños educados en casa, puede ser con los vecinos, con los compañeros de actividades extraescolares, etc. Para mí la socialización no es eso. Para mí la socialización tiene que ver con el desarrollo de las habilidades sociales. Es decir, que el niño aprenda que no se trata igual a tu mejor amigo, que al banquero, que al pediatra, por ejemplo. O que no se viste igual para estar por casa, que para ir al parque, que para ir a una boda. Y una parte fundamental de ese aprendizaje consiste en tener la libertad de elegir con quién te relacionas y de qué forma te relacionas con cada uno. Eso lo hacemos todos los adultos. Nos apartamos de la gente con la que congeniamos menos y de la gente que consideramos que no nos trata bien, igual que aprendemos a manejar las relaciones insatisfactorias de las que no podemos huir. Otro aspecto importante a tener en cuenta es el carácter del niño. Hay niños —igual que hay adultos— más sociables que otros, algunos son más introvertidos, unos necesitan contacto diario con otras personas y otros no. Eso hay que respetarlo porque es parte fundamental de la persona.
No quería dejar pasar la oportunidad sin preguntarte sobre el modelo educativo finlandés, que puntúa muy alto en todos los estudios sobre el tema. En especial, en el informe PISA. A título personal siempre he creído que el sistema es bueno en la medida que toma la propuesta mutualista (autonomía de los centros, responsabilidad de los profesores, etc.) pero es insuficiente en la medida que no llega hasta sus últimas consecuencias: la libre experimentación y la abolición de la planificación política de los planes de estudio. ¿Se puede rescatar algo de la experiencia finlandesa? ¿Qué le dirías a alguien que ponga ese país como ejemplo de excelencia educativa?
Sobre el informe PISA habría mucho que objetar. Cuestiones a las que casi nadie presta atención como, por ejemplo, el hecho de que lo haga una organización económica (la OCDE) debería hacernos plantear cuál es el objetivo real de estas pruebas. O el hecho de que sólo evalúa unas competencias muy concretas que, a mi modo de ver, sólo son una pequeña parte de lo que entiendo por educación. Y, además, habría que ver con qué actitud realizan las pruebas los estudiantes que participan, si admitimos de una vez que todos nos desempeñamos mejor en un examen cuando sabemos que vamos a obtener una recompensa (que de ello depende nuestra calificación final o si nos jugamos un título o un puesto de trabajo, por ejemplo). Por otro lado, me parece preocupante que se sigan repitiendo los errores del siglo XIX, como el del llamado «turismo pedagógico». Entonces los países enviaban a responsables políticos y a pedagogos a Prusia para conocer de primera mano cómo era su sistema escolar, considerado el mejor del mundo, para copiarlo y aplicarlo en sus países de origen. Ahora hacemos lo mismo con Finlandia (aunque, curiosamente, no lo hacemos con Corea del Sur y Singapur, los otros dos grandes triunfadores de PISA) y pretendemos copiar su modelo educativo sin tener en cuenta las particularidades de cada país. Se habla mucho, por ejemplo, de que los niños finlandeses pasan casi toda la tarde en las bibliotecas, pero no se le puede pedir lo mismo a los niños españoles, que viven en un clima mucho más propicio para estar al aire libre. Tampoco se tiene en cuenta —porque los análisis de los resultados de PISA se realizan con mucha hipocresía y prejuicios— la relevancia de factores como la homogeneidad social, cultural y lingüística, ni el objetivo real de la educación en relación a la futura actividad profesional y económica de los ahora estudiantes (que es lo que, en definitiva, interesa a la OCDE). No debería ser igual el modelo educativo de un país que vive fundamentalmente del turismo (como es España) con otro que vive de cualquier otra industria, por ejemplo. Y, por último, podríamos escribir un libro entero sobre la falta de rigor en los datos económicos que se manejan para analizar la relación entre el gasto por estudiante y los resultados académicos. En conclusión, le doy muy poca relevancia a estudios como el de PISA y no creo que ningún modelo deba copiarse en bloque, aunque sí podrían aplicarse los códigos de buenas prácticas siempre que sean viables en otro país. Pero eso algo que habría que estudiar detenidamente y caso por caso.
Esta entrevista se publicó en el Nº2 de la revista STIRNER, en septiembre del 2015.
Esta entrevista se publicó en el Nº2 de la revista STIRNER, en septiembre del 2015.