FEBRERO 1980
Italia, ¿de qué se acusa a la autonomía?
Italia, ¿de qué se acusa a la autonomía?
JOAQUÍN JORDÁ
Antoni Negri, máximo representante del movimiento de Autonomía en Italia, encarcelado y acusado de delito contra el Estado, escribió una carta desde la cárcel de Fossombrone, en Pesaro, a modo de prólogo para su último libro Del obrero-masa al obrero social, que se editará en castellano por Anagrama. El Ajo os ofrece esta primicia informativa donde el teórico italiano cuenta sus sensaciones revolucionarias.
A la carta sigue un breve texto de Joaquín Jordá acerca de los cargos que pesan sobre la Autonomía italiana.
Queridos compañeros, me pedís una introducción a la Entrevista sobre el obrerismo con que abrir la edición española. Me es difícil, dificilísimo prepararla. Os diré porqué. En primer lugar, porque Italia está lejos de España. En segundo lugar, porque la cárcel, en la que vivo desde hace siete meses, está lejos del mundo. Volver al contenido de la Entrevista, o sea a la narración de la experiencia teórica y de lucha de los últimos veinte años, es desde aquí, desde la cárcel, como volver a recorrer un sueño. La cárcel abstrae de la realidad e incluso del recuerdo de la realidad. El recuerdo de la realidad se convierte en nostalgia. Pero la nostalgia es adecuada al relato de las luchas sólo en el caso de que las luchas hayan sido derrotadas. Y en Italia esto no es así. No obstante, si bien la prisión separa de la realidad e impone otra realidad que debe evitar el recuerdo, de no querer verlo convertido en nostalgia, no consigue arrancar la esperanza. Es evidente que la relación entre esperanza y realidad de las luchas no es simétrica: no puede serlo porque no hay homología de experiencia. Además, no es seguro, porque, desde aquí, desde la prisión, no es en absoluto posible producir una relación que sea práctica, en sentido cognoscitivo y modificativo. Aquí hay aislamiento. Pero ¿no será esta soledad de la esperanza más fuerte que la propia realidad? ¿No era así cuando vosotros alimentabais vuestra esperanza bajo el fascismo? ¿No ha sido así cuando nosotros, en los largos años 50 y 60, hemos construido poco a poco la formidable estación de luchas obreras y proletarias que corre desde hace una década? Limitar el conocimiento a la esperanza es la tarea fundamental de la ciencia obrera. Cuando todo se ha hecho tan tumultuoso y la fuerza del proletariado tan enorme, cuando la crisis de las instituciones capitalistas se ha convertido en locura de la capa política y pueden recaer años de cárcel a quien simplemente expresa en voz alta la fuerza del proletariado. Bien, si la situación es ésta, ni la soledad puede quitar fuerza a la esperanza. ¿Esperanza de qué? De salir de la cárcel, de reconquistar la libertad y, con ella, espacios de lucha autónoma: cierto, y en primer lugar. Pero sobre todo esperanza de restaurar la verdad de la lucha de clases, de su fuerza actual, de la felicidad que nosotros entrevemos como contenido e idea base del comunismo. De ahí, de esta esperanza, procede el análisis del futuro. Del pasado hemos dicho todo.
El pasado, que hemos conocido científicamente, se ha convertido en actualidad, ha desarrollado su tendencia hasta mostrar las formas más duras de la crisis que habíamos leído y previsto. Esta crisis constituye el contenido del Estado. El Estado se rige y se reproduce en el vacío, no del consenso, sino de generales motivaciones de felicidad. Es por ello que la esperanza es fuerte: como lo lleno contra lo vacío, la vida contra la muerte. En la soledad de la cárcel la esperanza nos ofrece la serenidad de una opción decididamente abierta sobre el futuro. Nosotros ya no esperamos el hundimiento del enemigo, sino que le vemos avanzar en la asfixia, en su enfermedad mortal, y consideramos la desesperada incertidumbre de su voluntad de poder. El obrerismo, como práctica teórica fundamental, reconoció todo esto hace muchos años. Después lo practicó, proponiendo un nuevo horizonte revolucionario a la clase obrera, al proletariado italiano. Como autonomía, como felicidad de la lucha y de la inteligencia.
España está muy lejos de Italia. Lo ha estado en el período fascista. Lo sigue estando, porque el debate entre las vanguardias proletarias todavía no se ha desarrollado y extendido suficientemente entre las orillas del Mediterráneo. Pero la tendencia, la dirección de las luchas marchan velozmente en la misma perspectiva. No sólo porque el mando multinacional y el régimen que de él se deriva son los mismos sino porque el grado de las contradicciones de clase y de la crisis de las instituciones está homogeneizándose a nivel europeo. Pero sobre todo, en último término, porque, según me cuentan, la clase obrera y el proletariado español comienzan a tener y a mostrar aquel gusto por la libertad y la felicidad en que solamente consiste hoy la revolución comunista. Así que nuestra esperanza se hace homogénea. Si Entrevista puede tener alguna validez en España, está claro que no es porque cuenta cosas sucedidas o pensadas en Italia: puede valer únicamente si se articula con una esperanza homogénea. Esto, queridos compañeros, habría podido comenzarlo a decir en una Introducción, de haber tenido la posibilidad de hacerla. Tomad estas palabras no como una introducción sino como un acto de esperanza: de poder pronto recomenzar a luchar juntos. Vuestro, Toni Negri C
Toni Negre, Fossombrone (Pesaro), 15/11/79
Italia: ¿De qué se acusa a la autonomía?
FIRMA: JOAQUÍN JORDÁ
¿De qué se acusa a Negri, y cuando digo Negri, digo también todos los militantes y simpatizantes de la Autonomía organizada y difusa que a partir del 7 de abril de 1978 han ido a dar con sus huesos en las cárceles italianas?
¿Del secuestro y de la muerte de Aldo Moro? No parece, pues, cuando al fin, después de más de dos años de investigación judicial, el fiscal general de Roma, Guasco, ha presentado su requisitoria sobre el caso del presidente de la Democracia Cristiana, pide en ella un «suplemento de investigación» para dilucidar la culpabilidad de Negri, Piperno y Pace. Sutil maniobra jurídica que no exculpa, pero sí disocia su proceso del de los «brigadistas». Y es que las «pruebas» no se aguantan: sólo el «agente» de la CIA sigue reconociendo su voz en la cinta que L’Expresso, en una operación tal vez ambigua pero que a mí me suena a linchamiento moral, está poniendo a disposición de millares de detectives y fonólogos aficionados.
¿De ser cerebro(s) inspirador(es) de las Brigadas Rojas? Nadie, que yo sepa, ha lanzado desde donde más duele, desde el mismo lado de la barricada, diatribas mayores que Toni Negri y los detenidos de la Autonomía contra las BR, a las que ellos han respondido con igual o superior acritud (documentos a disposición de los interesados). Bien que la política sea, por desgracia o por fortuna, algo muy esquizo, pero ¿hasta el punto de echarme piedras en el propio tejado?
¿De la creación de una «red subversiva destinada a derribar el Estado», delito que procede directamente (al igual que el resto del Código Penal italiano, el Código Rocco) de la legislación mussoliniana, y cuya aplicación, hasta el momento presente, sólo había sido intentada, en 1936, a Bordiga? No insistamos, hoy al menos, sobre, ¿a quién no le gustaría que se derribara el Estado?: para lo mucho que jode y lo poco que sirve… Pero digamos que esta acusación, predilecta, como es lógico, de los magistrados del PCI, los que conducen la investigación en Padua, estadólatras donde los haya, y a quienes duele, como es fácil enteender, que un cataclismo social pudiera impedir que el Partido se haga Estado, ya ellos, de paso, magistrados del Supremo, esta acusación, repito, se derrumba ante el peso de las cosas. La Autonomía italiana nunca ha llegado a ser una estructura organizativa única, extendida y coordinada de una punta a otra de la península, extremo que solicita, razonablemente, la redacción del delito en cuestión, y sus diferentes expresiones tienen más de un punto conflictivo en litigio. Existen casi abismos entre las concepciones tácticas y diría, incluso, estratégicas, entre la consideración de los sujetos sociales de un Scalzone (de los ex-Comitati Comunisti Rivoluzionari y la revista Metropoli) y un Pífano (de la Via dei Volsci), por citar únicamente un ejemplo.
¿De haber pertenecido a Potere Operaio, o «Pottere Operaio», como repite hasta cuatro veces, tantas que excluyen el error de imprenta, El País en su editorial del 30/12/79, pensando tal vez que la reduplicación de la «t» reduplica el efecto «tte»errorista? Vale, pero Potere Operaio, nacida en 1969 y autodisuelta en 1973, jamás fue una organización clandestina y/o ilegal, por lo que resulta muy atrabiliario inculpar retrospectivamente a alguien por haber pertenecido a ella. Más o muchísimo más de lo que sería, aquí, inculpar al presidente Suárez (don Adolfo) por haber militado en un Movimiento de concepciones y prácticas inequívocamente antidemocráticas y anticonstitucionales que jamás se autodisolvió, sino que fue disuelto por el propio camarada Suárez (Adolfo). Y aquí los dedos se me hacen huéspedes, y el espacio mantequilla…
¿De qué se acusa, pues, a Negri y a tantos como él? De algo muy simple, pero muy peligroso: de mal ejemplo. El mal ejemplo es un pecado, una culpa, terrible. Sirve para que el dios barbudo expulse a Adán y Eva del Paraíso y los condene al trabajo y al parto, para que el dios olímpico encadene a Prometeo, para que echen a los niños maleducados de la escuela, a las muchachas díscolas de la familia, a los trabajadores indisciplinados del curro, a los rebeldes recalcitrantes de la vida. Porque la Dialéctica del Orden quiere y exige que todo mal ejemplo vaya acompañado inmediatamente de un buen ejemplo, del buen ejemplo del castigo.
¡Y vaya malos ejemplos que han dado Negri y los demás! En unos tiempos en que el dominio real del Capital ha integrado y uncido al carro, ¡carro cómodo, llevadero y provisto de buen pienso, debemos añadir!, todas las voluntades y todos los cerebros pensantes, y, cuando no, los ha recluido en la pasiva inocua zona del «no hay nada qué hacer», ¿qué peor ejemplo que el de unos intelectuales que siguen aplicando pasión e inteligencia a la lucha de clases, esta lucha de clases cuyo olvido recomiendan todos, desde Juan Pablo bis hasta Felipe I el Hermoso, pero que no cesan de practicar, en su propio beneficio, claro? Escarmiento, mucho escarmiento, se merecen, hasta que canten de una vez, untada la frente de ceniza, el «Yo pecador», y nos dejen a todos tranquilos… ¡Con lo bien que estaríamos, desgranando en la paz del hogar las cuentas del 1984, de no ser por estos y otros incordiadores!… ¡Leña, más leña, es lo que se merecen, y de poder ser bajo los pies y ardiendo, tanto mejor!… ¡A ver si nos dejan tranquilos!…
Este artículo se publicó originalmente en el Nº 52 (febrero de 1980) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 8 de septiembre de 2023, corre a cargo de Adriano Fortarezza.
Este artículo se publicó originalmente en el Nº 52 (febrero de 1980) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 8 de septiembre de 2023, corre a cargo de Adriano Fortarezza.