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ARTÍCULO

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DICIEMBRE 1976

Un san Sebastián inglés

Un san Sebastián inglés

LUIS RACIONERO

Película condenada simultáneamente por el Partido Comunista italiano y el Vaticano, tras su presentación en el Festival de Locarno. ¡Tate!, aquí hay gato encerrado. ¿Qué pasa con esta película gay de romanos? Para empezar, que está hablada en latín con subtítulos en inglés; en el inefable Time Out se nos explica que «la decisión de montar el film en latín se tomó enseguida, en cuanto los guionistas se dieron cuenta de que el argot moderno sonaría ridículo saliendo de labios de soldados romanos». Claro, no faltaba más. Lo que no imaginaron estos sutiles guionistas es que cuando uno de los soldados dice «shit», se oye en latín «excrementum». Y cuando el centurión en celo le pone la bota encima a Sebastián y se lee «now, you are going to get it» uno no puede imaginarse qué palabras del Ars Amandi de Virgilio se han usado para traducirlo. Sinceramente da la sensación de que la película está en latín para distinguirse de algún modo con un aura de intelectualismo, que buena falta le hace. Como truco publicitario no está mal y más ahora que la Iglesia católica ha eliminado el latín de la misa. ¡Quién iba a decirnos que sería en una película gay donde veríamos recuperado el lenguaje de nuestros antepasados héticos y tarraconenses! Las lenguas, aunque muertas, siempre tienen una magia, y más en una película gay como Sebastián.


Lo segundo es que estos audaces ingleses llevan el agua a su molino y explican la historia del mártir Sebastián del modo que ha hecho temblar el misterio en el Vaticano. Lo que no está tan claro es por qué también la sede del P. C. italiano, ¿es que quieren reivindicar al mártir como precursor de Rosa Luxemburgo? La subjetiva, parcial e invertida hipótesis de estos guionistas ingleses es que Sebastián fue desterrado por Diocleciano a un confín del imperio, donde se encuentra con un pequeño destacamento integrado por aguerridos soldados romanos que resultan ser unas locas de mucho cuidado. El centurión, que es el único en conservar la compostura y el vestido, se enamora de Sebastián, que se dedica a recitar hexámetros latinos a Febo sin hacerle ni caso. Al final el centurión, que por cierto lo representa el batería de Rick Wakeman, Barney James, lo manda asaetear por estrecho.


De las calidades técnicas cabe decir muy poco: filmada con ocho millones de pesetas en Ordeña, se ve demasiado el latón. La foto es mala en bastantes ocasiones y la historia está cinematográficamente muy mal narrada. No se presenta ni se penetra en la psicología de los personajes. Sólo se penetra en ellos, «tout court». Como cine, el intento deja bastante que desear; como manifestación de un arte gay, es un principio interesante; como historia, es un puro disparate. Póngase todo junto, agítese y…

Este artículo se publicó originalmente en el Nº 17 (diciembre de 1976) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 8 de septiembre de 2023, corre a cargo de Adriano Fortarezza.

Este artículo se publicó originalmente en el Nº 17 (diciembre de 1976) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 8 de septiembre de 2023, corre a cargo de Adriano Fortarezza.