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ARTÍCULO

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ENERO 1980

Irán: Novena cruzada contra el infiel

Irán: Novena cruzada contra el infiel

ANÓNIMO

La Novena Cruzada ha comenzado. Me piden que escriba sobre las tierras que se propone reconquistar. El problema es que, exceptuando algunos relatos de Las mil y una noches, no conozco casi nada de las regiones de la antigua Persia. No soy de esos importantes periodistas enviados a escribir asquerosidades sobre el terreno. No creo que nadie me pagara para eso. Si alguien quisiera hacerlo no aceptaría, y si lo hiciera escribiría asquerosidades como los otros. Así que me conformo con escribir en esta pobre pero honesta publicación y proponerle al desocupado lector que, juntos, razonemos lógicamente. Para algo los blancos occidentales hemos recibido la luz divina del raciocinio.

Cuando se produce un estado de guerra entre naciones, es porque se han creado diferencias entre ellas que sólo se pueden resolver por medio de las armas. Al menos es así desde nuestra lógica histórica occidental (¿es que hay otra lógica?). Me propongo deducir las diferencias que ha suscitado esta situación de guerra, entre Estados Unidos y sus aliados más firmes por una parte, e Irán y sus aliados por la otra. Como no conozco Oriente recurriré a «nuestra» prensa para encontrar, mediante el análisis de sus informaciones, esas diferencias.

Primera diferencia:
La revolución islámica es religiosa y ha instaurado
el poder de la religión sobre la sociedad.

Por el contrario, en nuestros países las iglesias no tienen poder temporal ni influencia política. ¿Pero es real esta diferencia? Una de las «virtudes» del presidente Carter que más destacó la prensa occidental es su moral y su religiosidad. Por contraste con la «inmoralidad» de sus predecesores inmediatos, Carter se mostró como un devoto, su primer acto político importante una vez asumida la presidencia fue participar del oficio religioso dominical en la iglesia de su pequeño pueblo de origen.

Si dejamos los países anglosajones de tradición protestante y dirigimos nuestra mirada al conjunto de los países de mayoría católica, tenemos: un Estado confesional, el Vaticano, que aún hoy se reserva el derecho, y lo pone en práctica, de intervenir directa o indirectamente en todos los Estados con población predominantemente católica. La intervención directa se produce mediante acuerdos firmados con los diferentes Estados, en los que se fijan las atribuciones políticas-civiles de la autoridad religiosa, a la que se le confieren cotos privados en el aparato de enseñanza, en la preparación ideológica de los cuadros de las fuerzas de seguridad, en el control de la moral pública en diferentes organismos de censura, en la legislación familiar e infantil, etc. El Vaticano se propone como poder mediador para resolver conflictos entre Estados católicos, como ha sucedido recientemente con las dictaduras sanguinarias de Chile y Argentina. Hay muchos países cuya Constitución exige el requisito de ser católico para ser presidente, y otros en los que, si bien no existe esa disposición legal, el electorado no votaría a los candidatos que no lo fueran. Esta conciencia de la grey católica otorga la base para una infinita serie y variedad de intervenciones indirectas, que van desde la influencia que puede tener el confesor sobre un presidente católico hasta los consejos que dan los obispos y sacerdotes a sus feligreses en los días previos a las elecciones (eso, en los países donde las hay; en los otros ya se encargará la Iglesia de justificar la situación cuando entienda que le conviene).

Si queremos ser más precisos pensemos en España. ¿España? Ay España… aparte de mí este cáliz. Para qué hablar del pasado, si en estos días un nuevo acuerdo Iglesia-Estado ha derogado el Concordato de 1953. Pensemos en nuestro presente, con los obispos advirtiendo que una ley que introdujese el divorcio consensual sería rechazable moralmente y no podría ser aceptada por ningún católico, ni gobernante ni gobernado. Con un Congreso que legisla la ilegalidad de las «asociaciones contrarias a la moral pública». Con una justicia católica que amenaza con años de cárcel a los abortistas, mientras decreta la prisión atenuada de los conspiradores. Con una Iglesia que exige en bloque que el conjunto de la sociedad siga financiando a los curas para que pudran las mentes infantiles.


Hemos analizado la primera diferencia y se nos ha disuelto entre las manos. Donde había diferencia vemos ahora igualdad. Quizás por eso los bromistas de la revista Jueves hayan dibujado a Jomeini «desnudo», con la manguera de un surtidor de gasolina en la mano como si estuviera meando. ¿Por qué no dibujan asía Jubany o Tarancón, a ver qué tal les va? La diferencia es que aquí uno puede burlarse de la religión de los demás, que, como todo cristiano sabe, es falsa, dado que la única verdadera es la nuestra.

Segunda diferencia:
Los musulmanes son fanáticos y crueles.

Ya vimos la prueba de fanatismo que dan nuestros medios de comunicación cuando tratan a los religiosos islámicos de una manera que nunca se atreverían a usar con los cristianos. Piénsese ahora en el brazo de Santa Teresa. Recordemos que el sha asesinó 160 000 iraníes, muchos de ellos torturados, no él personalmente, claro, ya que para eso tenía sus fuerzas especiales adiestradas por la CIA. Y téngase en cuenta que solamente en el Templo del Pueblo de Guyana murieron el triple de personas de las que ha fusilado la revolución Islámica. Otra diferencia que se nos vuelve su contrario.

Tercera diferencia:
Las mujeres tienen en el mundo musulmán una posición inferior.

Este gran descubrimiento de nuestros periodistas se produce después de la caída del sha, que antaño les dio tanto material informativo a las revistas del corazón al repudiar a Soraya porque no podía parir. Claro que todavía no se habla de los harenes reales del sultanato de Omán, Kuwait y Arabia Saudita, porque esas monarquías todavía son una carta divisoria que se espera usar en la guerra contra el infiel.

Es como si la posición subordinada de la mujer dependiera del uso del chador. Sin embargo, la prensa más enemiga de la revolución islámica nos trae fotos de mujeres iraníes empuñando el fusil, tocadas con el chador, pero con una expresión en el rostro y una actitud evidentemente mucho menos subordinada que la de las «conejitas» de Playboy, esa revista especializada en harenes para millonarios que ha sacado en su último número un artículo hipócrita sobre la moral sexual coránica. No sabemos con exactitud cuál es la situación de la mujer iraní, pero sí conocemos la posición que ocupan las mujeres en nuestro cristiano mundo occidental.

Cuarta diferencia:
Irán no respeta las leyes internacionales y comete actos
ilegales dentro de las fronteras de otros Estados.


Ésta es una acusación muy grave, que en nuestra tradición siempre ha servido para justificar una guerra. La «justicia» en esos casos estaría del lado del país que respeta las leyes internacionales y no comete actos ilegales. Pero tampoco cabe duda de que la diplomacia y la prensa occidentales han adquirido una larga experiencia en presentar las cosas invertidas. El ataque israelí a Egipto en 1967 fue presentado a la inversa en su momento. Nos enteramos de la verdad después de la guerra. La historia de más de doscientos años de colonialismo capitalista es una sistemática violación de las leyes internacionales de parte de los países más poderosos. Recuérdese solamente la intervención americana en la República Dominicana en 1965, la invasión a Cuba en 1961, la intervención en Vietnam, etc, para mencionar sólo las recientes.

Las investigaciones sobre la CIA revelaron a todo el mundo lo que ya se sabía: que distintos gobiernos americanos tramaron y ejecutaron el asesinato de dirigentes políticos de estados extranjeros. Desde Lumumba hasta Allende hay una infinidad de casos, entre los que se cuentan varios planes fracasados para asesinar a Fidel Castro. La madre del presidente Carter está haciendo una colecta pública para reunir un millón de dólares y contratar un sicario para que elimine al ayatolá Jomeini.

Se sabe que una buena parte del personal diplomático de EE. UU. trabaja para la CIA. ¿Qué duda cabe de que entre los rehenes de la embajada en Teherán hay una buena cantidad de espías? ¿Qué pena se aplicó en EE. UU. a los esposos Rosemberg acusados de espionaje por el solo hecho de pertenecer al Partido Comunista? ¿En nombre de qué leyes internacionales EE. UU. cometió y comete a diario todos estos actos? Si esta sistemática violación de las leyes internacionales y la comisión de actos ilegales de las fuerzas armadas norteamericanas en diversos países del mundo no han provocado una guerra, no se ve por qué la violación del derecho internacional cometida por los iraníes deba provocarla.

Quinta diferencia:
El ayatolá Jomeini está loco y pone en peligro la paz mundial.

Se supone que este juicio se hace desde la cordura. Si la locura de los gobernantes pone en peligro la paz mundial arreglados estamos. En estos días varios democráticos parlamentos europeos están aprobando alegremente la instalación en Europa occidental de los misiles nucleares «Pershing-2» y «Cruise», apuntando a blancos estratégicos de la URSS. Cualquiera sabe que esa decisión convierte a tos países europeos en blancos potenciales de los misiles nucleares rusos. Sin embargo, no sólo parlamentarios y gobiernos aprueban esa iniciativa de los EE. UU., sino que el movimiento antinuclear que se ha movilizado contra la instalación de las centrales atómicas no ha sacado una persona a las calles para tratar de impedir la instalación de armamentos nucleares ofensivos.

¿Loco el ayatolá? Quienes hacen este diagnóstico han sostenido al sha durante años, sostienen hoy todavía a sus émulos Videla, Pinochet y tantos otros, que gobiernan encaramados sobre una infinita pila de cadáveres amputados.

La Vanguardia, 11 de diciembre de 1979: «Una empresa norteamericana comenzó hoy a anunciar la venta de lo que promete ser “el muñeco de estas navidades”: un ayatolá JomeinI de goma de tamaño natural. La réplica, que se vende acompañada de dardos, cuerdas, pinchos y otro rústicos instrumentos de tortura, tiene un precio de 4,95 dólares. “El muñeco ayatolá ya está aquí. A disposición desde hoy de quienes quieren la represalia. Hágale su prisionero. Actúe inmediatamente. Cuerdas, pinchos y otros instrumentos de tortura incluidos”, dice el texto del anuncio publicitario en muchos diarios de este país». (EFE)


Todos los días aparecen en los diarios declaraciones del Vaticano, del Papa, de los obispos sobre la moral sexual. Cualquier psicólogo profano puede diagnosticar un verdadero caso de obsesión sexual en estos dignatarios de la Iglesia católica. Sin embargo, lejos de tenerlos como anormales, muchos Estados, el español entre ellos, los consideran guías espirituales de la sociedad.

Sexta diferencia:
Los iraníes utilizan políticamente los precios del petróleo
y agravan la crisis de la economía occidental.

Todas las empresas y países que gozan o han gozado de una posición monopólica en el mercado la han aprovechado para vender sus productos por encima de su valor. Este hecho sí ha provocado más de una guerra y quizás de eso se trate. Los capitalistas occidentales se valieron durante décadas del control del sistema financiero internacional, la injerencia de las multinacionales petroleras en Oriente, y descaradas presiones de fuerza, para pagar el petróleo por debajo de su valor. El boom de la posguerra se debe, entre otras cosas, a la energía barata. Ahora que se ha dado vuelta la tortilla se enfurecen y quieren arrastrar a la gente a una nueva cruzada contra el infiel. Quizás lo consigan, pero tendrán que ponerse antes de acuerdo. Vance ha mendigado en Europa y Japón el apoyo al bloqueo económico a Irán y se sabe qué es lo que ha conseguido. Japón le ha respondido comprando en el mercado libre 20 millones de barriles de petróleo de procedencia iraní que, de no mediar el conflicto, hubieran ido a Estados Unidos. ¿Quién agrava la crisis, el vendedor o el comprador? ¿No era el mercado el reino de la libertad en el cual nadie estaba obligado a comprar un producto si le parecía caro?

Podríamos seguir analizando las diferencias que, según la prensa occidental, justifican una nueva cruzada contra el infiel. Sería un trabajo infinito y aburrido. Nos ha bastado con tomar las que aparecen con más insistencia y el análisis más superficial las ha disuelto en sus contrarios: en igualdades. Quizás en esa multitud resida la verdadera diferencia. Los capitalistas occidentales quieren reservarse en exclusiva el ejercicio de todas las arbitrariedades que adjudican a los iraníes, no soportan compartir el abuso de la fuerza, el fanatismo y la crueldad.

La lección de Vietnam ya hizo comprender esto con claridad a sectores de la sociedad norteamericana. No hay «diferencia» alguna que justifique ahora una intervención en Irán. Edward Kennedy, que no tiene un pelo de tonto, parece haberlo comprendido mejor que algunos comentaristas occidentales que se extrañan de la pasividad con que EE. UU. soporta las «vejaciones» iraníes.

Este artículo se publicó originalmente en el Nº 51 (enero de 1980) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 8 de septiembre de 2023, corre a cargo de Adriano Fortarezza.

Este artículo se publicó originalmente en el Nº 51 (enero de 1980) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 8 de septiembre de 2023, corre a cargo de Adriano Fortarezza.