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ARTÍCULO

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FEBRERO 1975

El fraude literario

El fraude literario

PEPE RIBAS

Nos hemos preguntado: ¿Existe crisis en la literatura castellana que se publica actualmente?

No, no existe nada. Ni crisis, ni bajón, ni enfermedad. El panorama es un Sahara sin conflictos, sin beduinos, sin oasis y totalmente a oscuras. Los valores y genios que nos son presentados tan sólo son fruto de un maquiavelismo inútil, que confunde y complica, impidiendo el desarrollo de lo que podría llegar a ser literatura.

Nosotros, la gente joven, la gente que no se cree importante, no descubrimos en nuestra literatura actual más que aburrimiento, vacío y desolación.

Puede decirse que muy a pesar de escritores publicados-editores con dinero-y-críticos con páginas para ensuciar, no existe nueva literatura. Ni los restos de la generación del 27, ni la escuela realista u oportunista de posguerra, ni las generaciones de los Benets, Goytisolos, Martín Santos, García-Hortelanos, Gil de Biedmas, etc, han sabido remontar el desastre del 36, ni han tenido la suficiente fuerza para iniciar a la desamparada cultura española. ¿Quién se ha comprometido? ¿Quién ha llegado hasta sus últimas consecuencias? ¿No es todo acaso un enorme fraude para obtener satisfacción o dinero, o acaso una escalada para ocupar lo que se pretende derribar? Estamos rotos y sin pasado. La nueva generación, menos oportunista, más idealista y con ansias de presente para poder actuar con otra concepción, está sola, completamente sola. Sin guías, sin editores, sin crítica, sin profesores, sin cauces. No es de extrañar, por lo tanto, este notable desinterés que la juventud en general muestra ante la literatura que hoy publican las mal llamadas editoriales vanguardistas. Vemos también que muchos de estos jóvenes, cuando se dejan arrastrar por las críticas que los más grandes santos esparcen por doquier y leen algunos de los textos recomendados, sienten una horrible desgana y anemia. Muchos temen la burla y no se atreven a opinar. Otros, en cambio, pierden el estúpido miedo y abren brecha en el actual estado de cosas. La gente joven está harta de que los mayores les llamen siempre inexpertos, tontos o apolíticos en el sentido de que muchos no desean introducirse en clanes cenados y dogmáticos. Creo que estamos todos hartos de sutilezas, palabras e incoherencias, por eso la gente joven escribe desde la portería, a trompicones, intentando experimentar y comprender, sin huir nunca a la azotea. Introduciéndose por las rúas de estos valles inhóspitos a los que la existencia nos ha sumergido para poder plasmar subjetivamente, con sentimiento e imaginación, lo que ha visto y ha ido experimentando. De esta forma, y aunque muchos crean que es inmaduro, podremos lubrificarnos al contemplar el manuscrito, que sin duda será una mezcla de sueños, realidad, deseos y quizás ingenuidad, pero tendrá toda la viveza que hoy no hallamos por ninguna parte.

Destrocemos el pasado que no nos sirve y creemos nuestros propios canales, nuestros medios, nuestras contraeditoriales. Todo esto es difícil en un país sin contactos reales, sin noticias de lo que realmente hace la gente joven en el extranjero, con falsos mentores y con oportunistas o manipuladores en todas las esquinas que sólo colman sus ansias al obtener fortuna, olvidando su leyenda, para comprarse una masía en l’Ampurdá, o una torre en el mar de Castilla, o en Ibiza, o en cualquier lugar «in»; beber las máximas copas en «bocaccios para charlar del golpe portugués, o del golpe etíope, o del golpe griego, o del posible golpe marroquí…, o mejor, más divertido, descubrir los últimos chismorreos sentimentales de sus compañeros «divos intelectuales», o conspirar contra cualquier consecuente. ¡AY, CULTURA CULTURETA! ¡Qué mierda eres! ¿Hasta cuándo?

Mal nacimiento de las editoriales progres

Barral se asesora por Juan Petit e inicia su escalada. Más tarde se divorcia de Seix, ¡Familias burguesas, ya se sabe!, y funda su propia editorial prosiguiendo el boom de los Sudamericanos-power y su estigma de gran papa, publicando lo que oportunamente van a comprar los iniciados en pasarse la pelotita cultural. Cuando se siente bien aceptado intenta por todos los medios crear un boom español y marcha a Caracas al Coloquio Internacional sobre el Libro (julio-72). Allí se respira la convicción casi unánime de que la novelística española es inexistente y condenada a no existir durante un largo período. Barral arremete, anunciando la aparición en breve de una serie de obras de F. de Azúa, J. F. de Castro, A. M. Moix, C. Trias, J. del Amo… que demostrarán la revitalización de la narrativa española.

Quizá sí, quizá Barral intentó e hizo lo que pudo, pero creo que cometió una gran equivocación al buscar a novísimos en los cenáculos en vez de en la calle, si así lo hubiera hecho quizás hubiese encontrado a francotiradores que con su ayuda en forma de discreto ánimo y un poco de paciencia hubieran, esto es seguro, repoblado hoy el panorama. El experimento falló, los textos han resultado de un insoportable que apabulla y Barral ya cansado se reajunta con explosivos del río Tinto. Final feliz. ¡Enhorabuena, don Blas!


El flujo barraliano ha dado luz a distintas editoriales. Alianza Editorial: un paso. Gracias. Lumen: una llamita que puede darnos alguna esperancita. Alberto Corazón: pirata o camaleón. Anagrama: poquito a poquito. Tusquets: somos o no somos snobs. Cuadernos: ¿habrá apertura? Kayros: tú que puedes, ¿por qué no te dejas de puñetas, te lanzas y eres? La Gaya Ciencia: ? ? ? Seix-Barral: crepúsculo de valores. Ariel: ensayo… ensayo… ensayo… etc, etc, etc. Vemos que ninguna de estas editoriales tiene interés alguno en descubrir o promocionar a las nuevas generaciones. Queda muy claro que no desean arriesgarse y que les importa un pimiento.

Premios literarios de las editoriales progres

Los miembros del jurado son aquellos que ocupan los primeros puestos en el hit-parade del divino mundo.

La selección previa de las obras no la realiza ningún miembro de este excelsísimo jurado. Este no puede ser atormentado con tan baja misión, no olvidemos que el cansancio oprime el corazón, sólo ojean el 10% de las novelas recibidas, aunque tenemos noticia de que hay miembros que jamás leyeron ninguna.

El ganador es aquel ser preestablecido por razones de coqueteo político-editorial. Incluso puede suceder que a alguno se le antoje como «Guapíssimo» y en consecuencia sea el gran novelista del momento.

Premios literarios de las editoriales interplanetarias

Aquí ya no se plantea jurado-ética-literatura ni nada por el estilo. Esto ya es capitalismo puro. Amigos, esto es un boom ecuménico-económico-bolsístico-fraudulento y terriblemente ostentoso que mediante una desenfrenada campaña de publicidad obliga a la ingenua masa media (ingenua porque treinta y cuatro años de paz no han bastado para que la cultura invada los hogares), a comprar y tragarse estos horribles best-sellers, que luego adornarán pacíficamente las librerías, aquí nunca pasa nada: monotonía envuelta en blancos tules de paz y amor.

Boom Novísimos

Un grupo de poetas se reajuntan y componen su texto. El director de orquesta —Félix de Azúa—, enano infiltrado y a por todas, piensa y repiensa la manera de saltar a la palestra. ¡Zas, una idea! Enreda a sus correligionarios y visitan al crítico de moda para que firme el manuscrito. El crítico tira la corbata al suelo, y el pobre José María Castellet va a Bocaccio alguna noche. Son «progres». Las poesías que los nueve novísimos publican son malas recopilaciones de lo que leyeron en sus nichos. Una vez encontré casualmente a uno de ellos y confesó que nunca sale de su casa, todo el día lee y alguna vez viaja para visitar a editores. Cada noche antes de dormir se repasa en voz alta a Shakespeare o Joyce.

El negocio no marcha. Los críticos no saben qué nuevo movimiento inventar, los editores continúan viviendo de las rentas del calavérico boom, mal traducen, que es buen negocio. Nadie se preocupa de localizar a esos lobos solitarios que viven, que existen, que yo he conocido y que como no van a ningún lugar ilustrado ni aceptan consignas cerradas, o su físico no sugiere presunción, nadie quiere publicar. ¿Cuántos españoles con textos bajo el colchón se han cansado de plasmar sus vivencias? ¿Cuántos españoles aguardan el milagro que les dé confianza? ¿Qué hará la juventud sin editores, sin crítica, sin cauces? ¿Tomará la calle? ¿Devorará para siempre a los gusanos y poblará la cultura española? No sé, no sé si habrá milagro, pero si no lo hay, no existe literatura, y mejor que todos estos elementos que hoy publican, replanteen su actitud y dejen de explicarnos traumas burgueses, o pequeñas historias decadentes. Esto pasó, no olvidemos que para que caiga el telón, primero hemos de olvidar la función.

Este artículo se publicó originalmente en el Nº 3 (febrero de 1975) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 28 de marzo de 2021, corre a cargo de Adriano Fortarezza.

Este artículo se publicó originalmente en el Nº 3 (febrero de 1975) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 28 de marzo de 2021, corre a cargo de Adriano Fortarezza.