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ARTÍCULO

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MARZO 1976

Presentació de la falla

Presentació de la falla

VISANTETA LA FALLERA

Federico Fellini, que es fallero sin saberlo, lo cuenta en Amarcord. La película se inicia con la llegada de la primavera. Y a la primavera se la saluda con fuego y crujir de tracas. Hace muchos años, a la vera vaginal de la madre Turia, a la sombra fálica del Micalet, los del gremio de la carpintería removían los trastos del taller, sacaban a la calle las virutas y los maderos inservibles, y la noche de su patrón, San José, les prendían fuego. Ese, dicen, es el origen modesto y casi utilitario de las Fallas.

Me es igual que la historia que cuentan los cronistas sea o no cierta. ¡Qué saben los cronistas! Alguien ha escrito que el fuego fallero merece una consideración más profunda: es una variante de la eterna hoguera ritual que la humanidad eleva desde que el mundo es mundo. ¿Hay algo más polivalente, más ancestral, más penetrante en el subconsciente que el fuego? El fuego ha jalonado la historia del hombre con hitos de gloria y de terror. Fue su descubrimiento un salto cualitativo hacia el futuro. Fue también, más adelante, Santa Inquisición, tortura, agonía, destrucción, llama olímpica o familiar, Napalm…

Pero el fuego, ahora y aquí, en el resopón de la noche de San José, es sólo el final. Antes de él, mientras los celebrantes preparan sus cuerpos para la bacanal de medianoche, hay todo un recorrido mítico para el viajero que llega a esta ciudad: la «crida», o aviso general que anuncia la dispersión festiva; la «plantá», que instaura el levantamiento de más de doscientos monumentos falleros; las «mascletás» o cadena atronadora de petardos que retumban y que comunican su tembleque de «sensurround» a todos los objetos del entorno; el olor profundo a pólvora recién estrenada; la cabalgata del «ninot», donde la creatividad popular se viste de sátira, donde la fiesta deviene pretexto de fabulosas desvergüenzas y locuras… Y en el centro de todo, los mismos catafalcos falleros, con su arte barroco y chillón, con su «kitsch» maravillosamente calculado y tópico…


El que avisa no es traidor: no vamos a desmitificar nada. Despojar a la Fiesta Fallera de sus mitos pasados y futuros sería una burda operación depredadora. Estamos contra todo análisis, contra la óptica boba del sociólogo. Ya saben: «las fallas, fenómeno de masas, bla bla bla». Estamos contra el cálculo economista: «Déficit y superávit de las fallas en el ejercicio 74-75, etc, etc». Nosotros queremos cargar, recargar, las baterías vacías de la Fiesta. No le vamos a quitar ninguna prenda. Hace unos años, cuando el realismo socialista (bostezo bis) privaba en las capillas izquierdonas de la ciudad, los sectores socioeconómicos intentaron despacharse la Fiesta con cuatro cifras y dos conclusiones. Mientras la derecha aborregaba a los falleros, la izquierda practicaba aquello tan suyo de la denuncia tontorrona y de la puñetita ingenua. Mejor hubiera sido lanzarse a la calle con panderetas y pestañas postizas, desterrar las manipulaciones fascistoides desde dentro, dinamitar la alegría hasta convertirla en subversión, hacer sibilinamente de cada fallero un guerrillero. Y es que la izquierda valenciana será fallera o no será. Hasta que los junteros no se pongan la peineta allá donde buenamente les quepa, hasta que los convergentes no entonen «El Fallero» la noche de San José, y encuentren encima el placer de esta música sublime del maestro Serrano, esta ciudad vivirá sin norte ni rumbo.

Nosotros no vamos a desmitificar nada. Se nos pasó la edad. Venimos para devolverle a la Fiesta su sentido ritual, para poblarla de nuevo con mil deidades desenfrenadas y lujuriantes, con el desenfreno del paganismo local y mediterráneo. Nosotros estamos por el tópico revisado y revisitado. Nosotros queremos asombrarnos: nos da la gana, vaya. Y pensamos llorar muchísimo la noche del fuego, mientras las llamas se cepillan la falla de la otrora plaza de don Emilio Castelar, que en gloria esté. Nosotros pensamos ponernos como locos con lo de ofrenda a la Maredeueta, porque es muy buena y porque Concha Piquer la quería mucho. Nosotros; que estamos a la derecha de la derecha y a la izquierda de la izquierda, pensamos hacer el amor en una esquina fallera y al compás de las tracas de marzo, digan lo que digan en Roma y en Toledo.

La Fiesta ha evolucionado. Lo que debiera ser locura, orgía, desenfreno, esperma, mierda, pasote y ábrete de piernas corazón, se ha convertido en una estructura domesticada, controlada, manipulada y atada (y bien atada, que dijo no sé quién) por esa entidad facha de toda la vida (desde los cuarenta más o menos) que es la Junta Central Fallera. A partir de ahí, lo que ustedes quieran. Los pobres falleros van de lado y de cadera sudando la tinta para plantar los catafalcos año tras año. Los falleros se ponen a la Junta Central en …, pero nunca en presencia de la susodicha. Y es que el valenciano de Valencia, se ríe del muerto y, encima, de los señores y señoras del velatorio. Pero no pasa de ahí, y así nos luce el pelo. La risa no desemboca en carcajada, ni la natural repulsión que engendra el aparato centralizador y tiránico de la Junta Central Fallera llega nunca a convertirse en un sonoro «váyanse ustedes a la». ¿Hay algo que atente más contra la Fiesta que su misma planificación con decisiones tomadas por intereses creados de mandarines y capitostes nombrados a dedo?


Pero es igual. La Fiesta sojuzgada, oprimida, romperá sus corsés y mostrará finalmente los pechos, las ubres. La Fiesta es del pueblo, y aquí no hay truco posible: o todo o nada. Para algo estamos nosotros. Nosotros somos también la Fiesta. La besamos locamente cuando nadie nos veía. Nos metimos un «ninot» en el catre y allí lo tendremos hasta que las «life size» pasen frontera. Nos envolvimos con tracas, como Paul Belmondo en aquello de Godard, pero sin llegar a encender la mecha. Nos hicimos novios de una fallera solamente para probarnos los lazos, el aderezo, la manteleta, etc, mientras la chica se aseaba las partes en el baño. Nos sentimos lanzados a una cópula imaginaria con los miles de sexos que llenaban la otrora Plaza de don Emilio (Castelar, claro), al tiempo que subiendo y subiendo quedábamos definitivamente colgados en las lenguas de fuego.

La Fiesta volverá a ser. A la fuerza. Las Fallas perderán esos buenos modales que ni siquiera llegan a burgueses y que la Junta (Central y Fallera) ha fomentado a través de años y años de escolarización fatídica. Las Fallas volverán a ser la Fiesta Crítica, Caótica, Cínica, Satírica, Genialítica, Divinítica, que marca su futuro. Un carnaval con fuego, una invitación a la calle, una semana de desinhibición y desguace para los marginados, la gente de la huerta, los obreros portuarios, las mariquitas impenitentes, las p-t-s sin arrepentimiento, los intelectuales a la lila, las tías marías que harán un alto en el camino para oír el serial de las cuatro, las izquierdas que se aburren pensando lo aburrido que será mandar cuando ellas manden, los niños que no entienden los letreritos porque están en mozárabe, las derechas que volverán por unos días del carajo (donde se habían ido) para certificar su derrota…

Y nosotros seguiremos allí. Es decir, aquí. Sin desmitificar nada, tan exagerados como siempre, tan pendones, tan así. A medianoche, cuando Valencia sea una inmensa tarta con docenas de velitas, nos haremos nuevamente pipí, como cuando de críos jugábamos con el fuego. La rabia y la gozada se nos subirán por las ingles. Nos vendrá un orgasmo ululante y aaaazzzz!!!!!

Este artículo se publicó originalmente en el Nº 10 (marzo de 1976) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 3 de junio de 2021, corre a cargo de Adriano Fortarezza.

Este artículo se publicó originalmente en el Nº 10 (marzo de 1976) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 3 de junio de 2021, corre a cargo de Adriano Fortarezza.