SEPTIEMBRE 1977
Eurorrepresión
Eurorrepresión
JUANJO FERNÁNDEZ
Lo que empezó a presentarse como riesgo de la democracia se califica
ahora de lujo de la democracia: si el pueblo discrepa del Gobierno, que
dimita el pueblo; si el Gobierno fracasa, que el pueblo quede encerrado
en el ejército, en las cárceles y campos de concentración… ¿es eso nuevo en
Alemania? No. Lo único nuevo es que esta vez a esos métodos de relación
entre el poder del Estado y el Pueblo se les llama democracia.
—Ulrike Meinhof, Konkret, N°18
Lo que empezó a presentarse como riesgo de la democracia se califica ahora de lujo de la democracia: si el pueblo discrepa del Gobierno, que dimita el pueblo; si el Gobierno fracasa, que el pueblo quede encerrado en el ejército, en las cárceles y campos de concentración… ¿es eso nuevo en Alemania? No. Lo único nuevo es que esta vez a esos métodos de relación entre el poder del Estado y el Pueblo se les llama democracia.
—Ulrike Meinhof, Konkret, N°18<
0. De «Por el imperio hacia Dios» a «Por la democracia hacia el eurofascismo»
Ocuparse de la represión en los restantes países de Europa, analizarla, denunciarla, combatirla, no es algo que debamos hacer sólo por solidaridad revolucionaria (o internacionalismo proletario, o lucha antirrepresiva, llámese como se quiera), sino también porque los países más desarrollados muestran el futuro de los países menos desarrollados; y esto sin contar el interés que los políticos y magnates de esa «democrática» Europa han puesto y ponen en el «desarrollo de la democracia a la europea» en España y Portugal. Por eso, este artículo podría titularse también: «Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, etc, o el que avisa no es traidor».
No sólo para una previsión de futuro puede servir el echar un vistazo a la eurorrepresión; también puede servir para ver como en España, país caracterizado, antes de aquel 20-N de tan grato recuerdo, por torturas, garrote vil, fusilamientos, censura total, etc, en resumen por una represión descarada y arcaica, durante el periodo de «tránsito hacia la democracia» (???) culminado, al parecer, el 15 de junio pasado, han ido apareciendo formas modernistas de represión. Paralela a la aparición por estos pagos de euroderechas, eurosocialismos, eurocomunismos, eurosindicatos, eurocortes, europactos y demás, también ha ido implantándose la eurorrepresión. Aunque todavía hoy se mantiene, en muchos aspectos (entre los cuales, el que todas las leyes y normas varias siguen siendo las mismas que bajo el franquismo) la represión arcaica, la tendencia es hacia el desarrollo e implantación de la represión modernista. Spain ya no es different, dicen, y además la eurorrepresión es más eficaz, aquí y ahora, para asegurar la buena marcha del Estado y el capital. Por decirlo con otras palabras:
Después de cuarenta años de correccional franquista, la “derecha” intenta que el pueblo acepte ahora el sistema en la “democracia”. Y como hemos visto, la “izquierda progresista” colabora en el proyecto. Preocupada por alancear un fascismo de ayer, ignora los peligros reales que entraña actualmente el progresivo reforzamiento del Estado, de las “fuerzas del orden” y los recortes que se operan diariamente en la libertad de los ciudadanos.
No es una casualidad el que se insista tanto en airear el peligro de un fascismo trasnochado que la mitología del “búnker” se encarga de reavivar: el recuerdo de los horrores de antaño hace que la gente sea menos sensible a las amenazas reales del presente. Al mirar hacia atrás no se ve lo que se nos viene encima. El verdadero peligro que amenaza con impedir los avances hacia una mayor libertad real, no es la “involución” hacia ese fascismo trasnochado, del que ya han renegado la mayoría de los personajes de la “derecha”, sino un fascismo de nuevo cuño que amenaza también con desarrollarse en las llamadas “democracias occidentales”: un fascismo de nuevo tipo que, en lugar de surgir como una flor mostruosa en el jardín de la democracia, se confunde de ahora en adelante con ella, se alimenta de la misma savia y se dirige hada una implantación absoluta a la que nadie o casi nadie se enfrenta […], pues no lo reconocen como tal al ser el fascismo de la mayoría. La democracia por consentimiento es sustituida poco a poco por un fascismo por consentimiento
Aulo Casamayor, «Por una oposición que se oponga», pág. 76, Cuadernos de Ruedo Ibérico, N°18
El eurofascismo tiene más porvenir que el arcaísmo franquista, y la burguesía española, como las restantes burguesías europeas, tiene que modernizarse si no quiere perecer…
Limitaciones
Este artículo tiene sus limitaciones. Podríamos hablar de la represión en Brasil, Chile, Argentina, Uruguay, etc, represión a caballo entre arcaísmo y modernismo. O de la barbarie en Uganda, Sudáfrica, Guinea o Haití, decididamente arcaica. O de China, país donde se fusila —en nombre del pueblo, of course— a izquierdistas (o en el mejor de los casos se les interna en «campos de reeducación, vulgo de concentración») acusándoles de «homosexuales y bandidos». O de Estados Unidos o Rusia, verdaderas apoteosis de la represión modernista, científica, burocrática y unitaria. Pero nos limitaremos a Europa y aún así sin pretender abarcar todos los casos de represión, ni siquiera los más conocidos. Con algunos casos, escogidos poco menos que al azar, basta para mostrar los síntomas de algo más profundo, más general, de esa eurorrepresión que se nos avecina…
1. Italia o la dialéctica del pacto y el palo
No vamos aquí a valorar la actual situación italiana, ni el carácter peligrosamente ambiguo de movimientos como el de los «Indios Metropolitanos». Ni, desde luego, a hacer su apología. Nos ocuparemos sólo de la escalada represiva emprendida por el bloque actualmente en el poder, Partido Comunista italiano y Democracia Cristiana, contra el generalizado movimiento de revuelta contra el capital y el Estado que se da en estos momentos en Italia. Revuelta, que no revolución —otro gallo nos cantaría— y de ahí el carácter ambiguo de ese movimiento, así como su relativo fracaso y su repliegue.
El manuscrito encontrado en París
Esta escalada de represión ha sido denunciada en un manifiesto que un grupo de intelectuales franceses (entre los cuales Sartre, Foucault, Guattari, Deleuze, Sollers, etc) hicieron público el pasado 11 de julio, manifiesto donde se podía leer que en Italia «el socialismo de rostro humano ha revelado en estos últimos meses su verdadero rostro: por un lado, desarrollo de un sistema de control represivo sobre una clase obrera y joven proletariado que rechaza el pagar el precio de la crisis; por otro lado, proyecto de reparto del Estado con la DC (la banca y el ejército para la DC; la policía y el control social y territorial para el PCI) por medio de un verdadero partido “único”». Según estos intelectuales, la rebelión en estos últimos meses de los «olvidados del compromiso histórico» contra la política de austeridad y sacrificios, su lucha contra el trabajo a lo bestia, habría tenido una única respuesta por parte de los defensores del compromiso histórico: prohibición de manifestarse en Roma, estado de sitio permanente en Bolonia, la ciudad roja por excelencia, disparos de la policía contra la multitud en Roma y en Bolonia… Todo ello en base a un imaginario complot inventado por el PCI, que tendría por protagonistas a los «opositores» actuales: estudiantes, abogados, editores, profesores, intelectuales, en resumen los que ahora están en la cárcel: más de 300 personas, «terroristas» aparte, entre las cuales también se encuentran obreros.
La verdadera violencia en Italia
En efecto, desde las pasadas jornadas del 11 de marzo —en que el militante de Lotta Continua, Francesco Lorusso, fue asesinado por la policía «democrática» y sindicada de Bolonia— y del 12 de marzo (gran manifestación en Roma de los «excluidos», con actuaciones de la policía particularmente violentas, especialmente por parte de los «equipos especiales» de policías vestidos de civil), la represión contra los militantes de extrema izquierda va a todo tren, apoyada en la argumentación de que la actuación de los izquierdistas no era «política» (?), sino «delincuencia», «criminalidad», amén de en la sobada teoría del «complot internacional para desestabilizar la ejemplar democracia italiana» (???).
Las detenciones se multiplican: los abogados Cappelli, Senese y Spazzali, más otros nueve miembros de «Socorro Rojo», son detenidos, a veces simplemente porque su nombre figuraba en la agenda de un miembro (supuesto o real) de un grupo armado de extrema izquierda (Brigate Rosse o NAP). Paralelamente, la criminalización golpea más particularmente los medios universitarios, especialmente en Padua, donde G. Bianchini, L. Ferrari y A. Negri son detenidos por «asociación subversiva» tras una manifestación de Autonomia Operaia. Después es el ataque directo contra los órganos de expresión: las más importantes publicaciones florecidas antes, durante y después de la «rebelión de los excluidos» de febrero pasado son también criminalizadas por las autoridades, ya que han sido el único enlace «alternativo» entre los diferentes grupos políticos y sociales que componen el «movimiento». Se trata de las editoriales Area, L’Erba Voglio, Bertani. Se detiene al editor Bertani, se registran domicilios de escritores (N. Balestrini y E. Fachinelli) y se detiene a A. Pasquini, redactor de la revista ZUT. Más allá de todas estas detenciones, un nuevo hecho inquieta incluso a los medios menos «militantes»: las «pruebas» contra los detenidos consisten en un libro en preparación sobre el «movimiento» y especialmente sobre los acontecimientos de Bolonia el 11 y 12 de marzo. El libro ya no podrá salir…
En este contexto, una de las más importantes emisoras de radio «libres» italianas, Radio Alice de Bolonia, es clausurada, su material de trabajo secuestrado y doce de sus redactores detenidos. De esta forma el cerco se cierra poco a poco sobre aquellos que la prensa del compromiso histórico (del Corriere della Sera a l’Unitá, órgano del PCI, pasando por La Stampa, propiedad de FIAT, y Il Popolo, órgano de la DC) señala como implicados en un «complot», primero nacional y ahora internacional.
El verdadero complot internacional
No deja de resultar grotesca esta acusación cuando se piensa en que, por ejemplo, uno de los animadores de Radio Alice, acusado de «incitación a la insurrección», ha sido «interpelado» (¡Qué lenguaje el de los leguleyos! Esta palabreja tan técnica y neutra significa: detención e interrogatorio) en París por policías franceses e italianos, por orden de un juez de instrucción de Bolonia, B. Catalanotti, miembro del PCI. ¿Quién es el que forma parte de un «complot internacional»?
Consecuencias del manifiesto
El manifiesto de los intelectuales franceses ha desatado en Italia una polémica y un escándalo que la represión en sí no había conseguido. ¡Curioso! Como también es curioso el que un manifiesto de intelectuales tenga la repercusión de éste. Recuérdese que ninguno de los infinitos manifiestos de intelectuales, del interior o del exterior, contra el franquismo, sirvió nunca para nada o casi nada (de todas formas, gracias). Igual que los no menos infinitos manifiestos contra las dictaduras sudamericanas o contra lo que sea.
Para algunos el eco que ha tenido este manifiesto demuestra las virtudes del eurocomunismo del PCI y la democracia italiana. Aunque el PCI y los restantes implicados en el compromiso histórico han negado sistemáticamente, y con cierta histeria, lo que se decía en el manifiesto. Histeria que ha llevado al PCI a declarar «la represión no existe», «la oposición no existe» e incluso a que se le escape una afirmación bastante significativa: «Los intelectuales deben ser ante todo buenos funcionarios».
Otra explicación, más probable, de la polémica, está en que con este manifiesto el PCI ve atacada su imagen de partido liberal, partidario del pluralismo, protector de intelectuales y creadores, etc, y ello por intelectuales (algunos de ellos otrora «compañeros de viaje» de los PC) que gozan de un cierto prestigio entre la masa de intelectuales, semiintelectuales, pequeñoburgueses, «especialistas de la cultura», cuadros y ejecutivos agresivos con veleidades culturales, que en los últimos años se han adherido al PCI precisamente por su carácter «democrático abierto, etc». De causar efecto este manifiesto entre esa masa tan sensible a la palabra de «intelectuales prestigiosos», la buena marcha del PCI, o su influencia electoral, sufrirían un visible deterioro. De ahí que el PCI, para salvar su imagen, hacia afuera, pero sobre todo hacia dentro, haya desencadenado la polémica, haciendo funcionar su bien engrasado aparato de publicidad. Ya se sabe: en la sociedad del espectáculo cuidar la imagen es esencial.
El «asalto a la razón» del PCI
En cualquier caso, por más que el PCI niegue la existencia de represión y oposición, ésta existe y no se debe a infantilismos, voluntarismos o cualesquiera otras razones subjetivas, sino a algo tan objetivo como es la actual crisis mundial del capitalismo. Por más que moleste a los tecnócretas del PCI, se da en Italia, y no sólo en Italia; un hecho: el PCI está hoy profundamente separado de, incomprendido e incluso despreciado por los «excluidos del compromiso»: una masa difícilmente calculable, pero que no se sitúa únicamente en las universidades, ni se limita a los escasos pequeños grupos organizados de extrema izquierda no afectados por la tormenta del «movimiento» de estos últimos meses. Se sitúa igualmente en el sur de Italia, entre los dos millones de parados o en los cientos de miles de antiguos emigrantes: aquellos a quienes la crisis europea ha devuelto a Italia con algún dinero, muy poca esperanza de reencontrar trabajo y una mentalidad que ya no es la del «campesino pobre», forzado a la emigración.
Valga decir que esta masa representa hoy una «base de oposición de primer orden» en el caso de que la reestructuración económica en curso no diera resultados, cosa de la que se puede dudar.
Y como el PCI no puede enfrentarse a este problema sin poner en entredicho no ya sólo su estrategia, sino también sus mismos principios de «conquista del Estado», «construcción (?) del socialismo y comunismo en diversas fases», e incluso la misma existencia del partido, responde al mismo de forma irracional, negando su existencia o calificando de criminales a toda esa masa de «excluidos del compromiso». Esta «actitud irresponsable de quienes asimilan toda oposición política situada a la izquierda del partido con crímenes, atentados y terrorismo (Guattari, entrevista en L’Espresso) puede tener, en lo esencial, las mismas consecuencias que tuvo en las décadas de 1920 y 30 el sectarismo e irresponsabilidad de los partidos comunistas respecto a trotskistas, ultraizquierdistas y anarquistas (especialmente en Catalunya, España, Alemania e Italia). Esta actitud desvela el verdadero rostro estalinista y lenininsta del PCI: es sabido que los proletarios de Kronstad fueron tratados de «criminales»; es sabido que Mejno y los campesinos de Ucrania fueron tratados de «bandidos»; es sabido que Stalin acusaba a sus oponentes políticos —incluido, ¡oh paradoja!, el Trotsky otrora acusador y represor de Kronstad y la majnovichna— de delincuentes y criminales; es sabido que en la China maoísta y posmaoísta se acusa a los opositores de «bandidos y homosexuales» (la homosexualidad es considerada por el «popular» régimen chino como un «crimen contra el pueblo»)…
Las consecuencias, por ahora, de la política tendente a criminalizar a los «excluidos del compromiso» y la oposición política de izquierda, pueden verse en la noticia publicada en Libération, el 20 de julio:
EL MINISTRO DEL INTERIOR ANUNCIA LA CREACIÓN DE «CÁRCELES ESPECIALES PARA TERRORISTAS»
El ministro italiano del Interior, Francesco Cossiga, respondiendo a su vez el domingo pasado al manifiesto de un grupo de intelectuales franceses sobre la «represión en Italia», ha calificado el texto de «insultante para la historia del país» y ha afirmado que «Italia es el país más liberal del mundo». Sin precisar para quién. Después, Cossiga se ha puesto a dar una lección tanto a Sartre como a los «autoproclamados revolucionarios», declarando que él había «seguido siempre con interés» la obra del filósofo francés. «El inconformismo, para tener un valor moral positivo, debe apoyarse en la verdad, y la verdad es decir que nuestro país es el país más liberal del mundo», ha precisado.
Refiriéndose seguidamente a los acontecimientos de Bolonia del 11 y 12 de marzo pasado, Cossiga ha señalado que «había tomado sus responsabilidades para, con el acuerdo de las fuerzas políticas y sindicales, restablecer las condiciones de coexistencia civil y de libertad» contra «un puñado de criminales y canallas». «Esa gente no tiene nada que ver con la causa de la revolución que, en todos los países, ha sido siempre una cosa demasiado seria para confundirla con episodios de terrorismo despreciable y cobarde», añadió. «No quieren reconstruir, sino, por el contrario, destruir todo cuanto hemos creado en los últimos años […]».
Lo que Cossiga ha olvidado decir es que en Italia ya existen cárceles especiales para «terroristas» (término que en este caso designa únicamente a los miembros de los grupos armados de extrema izquierda). En una de ellas, situada en la isla de Asinara, cerca de Cerdeña, se vive en pleno confort: en una celda de cuatro por dos metros setenta centímetros se alojan cuatro presos políticos, cuatro camas y el cagadero. Esto durante 22 horas al día. Ya que mientras los presos «comunes» tienen derecho a pasearse por la isla (habitada únicamente por presos), los «políticos» están estrictamente aislados. Como si esto no fuera suficiente, Cossiga, con el acuerdo del PCI, ha hecho aprobar un proyecto de ley que prevé «cárceles especiales para los terroristas», que serán vigiladas por carabineros o por militares, en cuyo interior habrá celdas especiales para aislar a quien convenga. Es lo que se llama «la represión de artesanía en Italia».
La noticia se comenta por sí sola. Y esto sólo es el principio, pues el irracionalismo deja como única razón la razón de la fuerza. ¿Y quién tiene hoy la fuerza, sino el Estado y el capital? De esta manera la actitud irracional del PCI refuerza la explotación capitalista y el poder del Estado. El PCI se convierte así en uno de los principales bastiones del anticomunismo, por increíble que parezca. «En el mundo realmente invertido lo verdadero es un momento de lo falso» (Debord).
Odiosa comparación
En relación con esas tentativas de criminalizar a todo el que esté a la izquierda del PC o no siga su juego de compromisos, pactos, cenas y parlamentarismo, conviene recordar que en España los sectores más reaccionarios del PSUC y el PCE, así como la progresía intelectual, siguen al pie de la letra las teorías del profesor británico E. J. Hobsbawm para explicar el arraigo del anarquismo entre el proletariado de la península. Estas teorías —expuestas sobre todo en las obras Rebeldes primitivos y Bandidos (Editorial Ariel)— pueden resumirse así: la rebelión social, en un mundo preindustrial, se expresa políticamente a través de «movimientos mesiánicos» y fenómenos como el bandidismo, mientras que en un mundo industrial se expresa en la creación de sindicatos y partidos políticos del proletariado.
Esta teoría, aparte de que está construida sobre análisis carentes del más mínimo rigor (por ejemplo, en el artículo sobre Quico Sabaté del libro Bandidos, Hobsbawm se olvida nada menos que la brutal represión franquista de los años 40-50, las polémicas internas de la oposición antifranquista, y la ruptura entre la CNT y el exilio y la del interior, así como las escisiones y conflictos en ambas, el fet nacional catalán, etc), aparte de que no encaja con la realidad que pretende explicar (decir que la Catalunya de los años 30 era un mundo preindustrial y los proletarios anarcosindicalistas unos «rebeldes primitivos» da risa; pero lo bueno del caso es que la teoría de Hobsbawm tampoco encaja con la Andalucía de principios de siglo), al negar viabilidad política y calificar de «rebeldía primitiva» y «bandidismo» a movimientos sociales que pretenden cambiar radicalmente la sociedad, proporciona una justificación «científica» (?) a la represión de tales movimientos por parte de las gentes «de orden». En fin, que la teoría de Hobsbawm no es sino la versión modernista de los delirios, allá por fines del siglo pasado, del «criminólogo» Lombroso, quien sostenía —y, lo que es peor, era tomado en serio— que el carácter «criminal nato» de los anarquistas (y, en aquella época, por extensión, del proletariado revolucionario) se demostraba ¡por sus facciones y por la forma de la cabeza!
Recordemos también los comunicados y declaraciones condenando a ETA de la «oposición democrática» (ahora, parlamentaria); recordemos que uno de esos eminentes miembros de la «izquierda civilizada» ha dicho recientemente de ETA: «lo que hacen no es política, es puro bandidismo»; recordemos que Santiago Carrillo, en su libro Mañana, España (1974) califica a los miembros del MIL como «gángsters»…
Recordemos que el paro alcanza aquí una gravedad aún mayor que en Italia (en Andalucía y Extremadura se empieza a sentir incluso hambre). Que el caos universitario va en aumento, fabricando sin parar nuevos licenciados abocados fatalmente al paro o al subempleo. Que los jóvenes están aún más marginados y oprimidos de lo que ya estaban tradicionalmente en este país. Que aquí también se están viendo obligados a regresar los emigrantes…
Recordemos, por último, que Carrillo ha propuesto recientemente en las Cortes un «Gobierno de concentración nacional» (vulgo «compromiso histórico» o Unión Sagrada Para Salvar La Economía), y la actitud pactista, desmovilizadora, dialogante y «civilizada» de los sindicatos…
Sí, las comparaciones son odiosas.
2. Suiza, patria querida, Suiza de mis capitales…
Quizá sea interesante y ejemplar echar un vistazo a lo que pasa en Suiza, ese «paraíso democrático» modelo de «paz, convivencia, pulcritud y buenas costumbres», donde abundan las sustanciosas cuentas corrientes de tanto español «ultra» o «demócrata». ¿Qué hay detrás de esa ejemplar «paz, trabajo y libertad»? Veamos.
Enfermos mentales en Suiza: «Quienes comprometen la seguridad, la decencia, la tranquilidad pública»
Según la ley suiza pueden ser declarados «enfermos mentales» todos aquellos que «comprometen la seguridad, la decencia, la tranquilidad pública» (art. 1). La ley data de 1936. Según las disposiciones en vigor, la decisión de internamiento no emana de un juez, sino de una autoridad administrativa: prefecto, comisión especial, policía. La noción de enfermedad mental puede así servir de coartada cómoda a la represión política.
Algunos casos
Un estudiante iraní, Serge D., es detenido por la policía cuando salía de la Universidad de Ginebra. Será internado durante más de un mes, incluso contra la opinión de algunos médicos de la clínica psiquiátrica Bel-Air. ¿Su enfermedad? «Este estudiante ha contestado sistemáticamente los principios académicos y esto de una manera patológica», explica un responsable de la Facultad de Derecho. Así pues, injuriar a los profesores, quejarse reclamando otras notas, es considerado como comportamiento patológico…
En marzo de 1976, una ambulancia se para ante la tienda de Charlotte B. «No habrá problemas; una inyección, la atamos en la camilla y nos vamos», dice uno de los enfermeros. ¿Por qué? Porque Charlotte, la dueña de la tienda, ha sido declarada loca por un propietario que necesita de su internamiento en un hospital para poder proceder a la evacuación del local. ¿Su «enfermedad mental»? Consiste en su resistencia como inquilino, su voluntad de no someterse a la lógica de los especuladores inmobiliarios, ni a la de los tribunales que protegen sus intereses. Afortunadamente para ella, la firmeza de los abogados y la presencia de los vecinos harán fracasar el plan y el internamiento a la fuerza podrá ser evitado.
Ana bajo los electroshocks
30 de mayo de 1977, Ana es una de las 10 000 personas que se manifiestan ante la central nuclear de Gösgen (Soleure, Suiza). Militante desde hace algunos años, miembro del CRAC (Centre de Recherche et Action Communautaire), trabajadora de una fábrica de Ginebra, tanto su nombre como su foto deben figurar en lugar destacado en los archivos policiales…
Sólo ella es detenida. En la comisaría, los representantes del orden proceden a un registro corporal. Como protsta, Ana se niega a vestirse de nuevo. Encerrada en el calabozo, los policías deciden, «por su extraño comportamiento», transferirla al hospital psiquiátrico de Bel-Air. Rodeada, como siempre, de secreto —sus amigos no se enterarán de todo esto hasta 5 días más tarde—, Ana emprende una huelga de hambre y sed. El médico que se ocupa de ella no aprecia en lo más mínimo esta resistencia. Sin su consentimiento, sin advertir a su familia, se pone al trabajo… y le administra electroshocks.
Mientras, se redacta el certificado médico. Ana es declarada sicótica por no haber colaborado. Un comité para su liberación se pone en marcha desde la primera semana de junio, apoyado en sus acciones por el Comité contra la represión psiquiátrica, la Red alternativa a la psiquiatría, y el Comité contra Vervois nuclear. La movilización facilitará su fuga, pero Ana volverá a ser atrapada por la policía. Si, contrariamente a lo habitual, ha estallado el escándalo, se debe a dos médicos de la clínica que, haciendo públicos estos métodos particulares, han manifestado su oposición a los electroshocks. Acusados por el director de no haber respetado el «secreto profesional», serán despedidos del hospital poco después. Hoy en día el internamiento arbitrario de Ana se prolonga. Y nadie ignora en Ginebra que el tratamiento infligido en ese tipo de institución puede volver «enfermos a quienes, sanos de espíritu, son allí secuestrados». (Libération, 19 de julio, 1977).
3. Viaje relámpago por Europa
El espacio del que disponemos se acaba. Podría hablarse de la República Federal Alemana, donde la brutal represión contra el grupo Baader-Meinhof ha visibilizado espectacularmente los sofisticados medios de represión modernistas de la «democracia» (psicología, cárceles especiales, búsqueda y captura con la ayuda —recompensa económica incluida— de una población previamente manipulada por la prensa, radio, TV, etc); donde la represión alcanza incluso a los abogados del grupo, perseguidos, espiados, registrados, detenidos…
Cuando los abogados se convierten en acusados
Los abogados alemanes K. H. Weidenhammer y Hans Müller, defensores de los miembros de la Rote Armee Fraktion (más conocida como «la banda Baader-Meinhof»), han sido acusados de «tentativa de homicidio» por la Corte Suprema de Karlsruhe. ¿De qué les acusa esta alta jurisdicción? De haber sostenido y hecho pública, en Alemania y en el extranjero, la huelga de hambre de sus clientes (tras esta huelga —que duró más de un mes—, los presos acabaron consiguieron sus principales reivindicaciones, especialmente el traslado a la cárcel de Stammheim, donde se hallan casi todos los acusados de la RAF). Los jueces de Karlsruhe consideran que, actuando de esta forma, los abogados empujaron a sus clientes a «correr el riesgo de perder la vida», por lo cual son responsables de una «tentativa de homicidio» (!!!!).
A lo largo de numerosos juicios, en la República Federal Alemana, contra opositores de izquierda, los derechos de la defensa han sido escarnecidos a menudo, pero hasta ahora no habían sido violados de manera tan descarada. De hecho, se intenta ahora «criminalizar» la defensa de ciertos opositores…
Podría hablarse también de esa Francia infestada de CRS (fuerzas especiales de la policía), donde se producen hechos como los de Malville, de esa Francia que encarcela —por la cara, como quien dice— miembros del GARI, de esta Francia donde la policía dinamita la imprenta y redacción de la revista —legal— de tendencia anarquista Basta!!, de esa Francia que confina vascos y detiene al etarra «Apala» por orden de Madrid, de esa Francia donde el dirigente de ETA «Pertur» fue secuestrado —y con toda seguridad asesinado en España— no sólo impunemente, sino incluso al parecer con toda clase de facilidades, de esa Francia que empieza a aplicar técnicas modernistas de represión: en el centro La Boére, cerca de Toulouse, donde se «rehabilita» marginados y «delincuentes» mediante «dinámicas de grupo», drogas, y todas esas «formas terapéuticas de resolución de agresiones» que tanto gustan a los burgueses «humanitaristas»; la cárcel ultramoderna, sin rejas y con césped, de Fleury-Mérogis, tan sospechosamente parecida a una ciudad moderna…
O de Inglaterra, o de esa Irlanda donde los Murray, entre otros, se pudren en la cárcel (no estando todavía nada claro el que se hayan librado del asesinato «legal» que se les preparaba), o de… la lista se hace interminable.
Recordar, por último, la creciente represión de la vida nocturna y callejera, o la degradación acelerada de la vida comunitaria y las relaciones sociales. Recordar aspectos de la represión aún más sutiles, por cotidianos, como son: la organización del trabajo, la programación del ocio, el urbanismo, la escuela, la familia, el individualismo, la moral sexual, la medicina, las mismas relaciones internas y estructura de partidos, sindicatos y grupos supuestamente «revolucionarios»…
4. Algunas conclusiones
Obviamente, el lector ha de desarrollar también las conclusiones. Como, por ejemplo:
La represión modernista combina cárceles especiales y masacres de lo más «clásico» con las más refinadas técnicas psiquiátricas. También resulta significativo el papel del urbanismo (cárcel de Fleury), las drogas y las «dinámicas de grupo». Otro aspecto es el papel cada vez mayor de justificaciones ideológicas cada vez más sofisticadas: ya no es la paz, el orden, la propiedad y las instituciones lo que se defiende de «criminales», sino la democracia, la economía, el socialismo e incluso la revolución (ver declaraciones de Cossiga). Es la «Mentira Desconcertante» de la que hablaba Antón Cilaga, inaugurada por la socialdemocracia, el leninismo y el estalinismo, y practicada ahora por todos los Estados y partidos políticos en el poder.
Por todas partes el Poder habla el mismo lenguaje: quienes atacan el capital y el Estado son «criminales» o «locos».
En este sentido me parece que, aunque defendamos a los presos llamados «comunes» y apoyemos sus luchas, aunque recordemos que la «delincuencia» y la «locura» son, en última instancia, producto de esta sociedad de explotación y dominación en que sobrevivimos, sería un error de táctica y una colaboración en las maniobras estatales el confundir a opositores políticos o sociales con «delincuentes». Por el contrario, conviene despejar tajantemente la confusión.
Otro error, no ya sólo de táctica, sino incluso de análisis, sería creer, a la vista del papel represivo jugado, en algunos casos, por partidos comunistas o socialistas, que es su ideología lo que les lleva a ocupar tal papel. Todo lo contrario: es precisamente la posición que ocupan algunos de esos partidos en la actual organización de la sociedad lo que les empuja fatalmente a hacer de perros guardianes del capital y del Estado. Aunque, por supuesto, esta posición es reforzada por aspectos ideológicos (parlamentarismo, teoría de la «construcción del socialismo y comunismo en diversas fases y larguísimas transiciones», vanguardismo leninista, teorías como las de Hobsbawm, análisis erróneos del capitalismo, del Estado del fascismo, etc), y por una beatería «pragmática» que lleva a estos partidos a olvidar su objetivo final y a adecuar su práctica a este fin.
Conviene, pues, saber distinguir cúpula y militancia de base de esos partidos, así como analizar la posible alineación de los militantes de base en el marco de la alineación en general. No hay que fomentar aún más el sectarismo, y, por decirlo de forma un tanto gráfica, al estúpido slogan «bote, bote, bote, psuquero el que no bote», preferimos el de «psuquero, únete, la anarquía es para todos»…
Otro problema es el de la violencia, problema que han sido incapaces de afrontar los izquierdistas alemanes, italianos, etc, y que ha llevado a muchos grupos inicialmente revolucionarios a acabar como el rosario de la aurora. Hasta ahora, la espiral represión-terrorismo-represión, se ha cerrado siempre sobre el revolucionario. Pero no vamos aquí a hacer consideraciones sobre la violencia: baste decir que no se trata de estar por principio a favor o en contra la violencia revolucionaria, sino de saberla usar cuando haga falta para conseguir como objetivo la revolución y la vida, no la muerte.
Recuérdese que el reformismo conservador y el activismo histérico son las dos manifestaciones simétricas del querer «hacer algo» a toda costa. Así, al hacer las cosas sin pies ni cabeza, se acaba a menudo haciendo… el juego al Estado y al capital.
Se pueden sacar más conclusiones: el carácter internacional de la represión, su obsesión por impedir la contrainformación (ataques a radios, prensa, editoriales, etc) y defensa (ataques también a los abogados o defensores)…
¿Qué no hacer?
Para luchar contra la eurorrepresión o la represión sin más, no hay recetas mágicas. Pero sí se sabe, o se debería saber que es necesaria una gran coherencia, lucidez, inteligencia y energía. Cualidades todas ellas difíciles de mantener en una sociedad que —otro aspecto represivo más— nos idiotiza cotidiana y sistemáticamente por todos los medios a su alcance.
Por eso, los nihilistas confortablemente instalados en sus filosóficos (o nuevofilosóficos) «pesimismos críticos», los que predican el irracionalismo o «salvaciones individuales» (disfrazándolo, hace falta cara dura, incluso de «anarquismo»), los devotos-propagandistas del porro y los «estupefacientes libres» (?), los contraculturales (ver AJOBLANCO N°18) no hacen más que disgregar y contribuir a justificar y reforzar el intolerable estado de cosas actual, represión, cárceles y manicomios incluidos. Es tiempo, antes de que sea demasiado tarde, de denunciar también esas actitudes como profundamente anticomunistas, como la otra cara del conservadurismo y por tanto del capital y el Estado; en resumen, como componentes de ese fascismo modernista que se nos echa encima. A buen entendedor, salud.
Fuentes: Diversos artículos en Libération (especialmente, 22 de julio), Politique Hebdo, Basta!!, Front Libertaire, A/Rivista Anarchica, Solidaridad Obrera, Cuadernos de Ruedo Ibérico, Askatasuna, El Viejo Topo (especialmente, artículo sobre Ulrike Meinhof en el N°6), entre otros documentos e informes. Este artículo se publicó originalmente en el Nº 25 (septiembre de 1977) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 8 de septiembre de 2023, corre a cargo de Adriano Fortarezza.
Fuentes: Diversos artículos en Libération (especialmente, 22 de julio), Politique Hebdo, Basta!!, Front Libertaire, A/Rivista Anarchica, Solidaridad Obrera, Cuadernos de Ruedo Ibérico, Askatasuna, El Viejo Topo (especialmente, artículo sobre Ulrike Meinhof en el N°6), entre otros documentos e informes. Este artículo se publicó originalmente en el Nº 25 (septiembre de 1977) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 8 de septiembre de 2023, corre a cargo de Adriano Fortarezza.