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ARTÍCULO

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ABRIL 1977

¡La contracultura tiene la vida dura!

¡La contracultura tiene la vida dura!

FERNANDO SAVATER

Todo el mundo se ha enfadado conmigo. ¡Horror en la contracultura: Savater apóstata! He logrado ser a la vez paternalista y fascista, lo que no parecía empresa fácil. Naturalmente, prefiero ser fascista que paternalista, ya puestos a elegir. Precisamente el tono exageradamente indignado de mi intervención pretendía evitar toda sombra de paternalismo, escribiendo desde el apasionamiento, que me parece un movimiento anímico más fraterno que paternal. Pero quien busca padres para cultivar el delicado placer masoquista de sentirse huérfano siempre acaba por encontrarlos… o inventarlos.

El asunto me recuerda aquello que le pasó a Borges en una de sus últimas visitas a España, hace unos años. A su alojamiento fue una periodista, mejor dicho, una locutora de radio, dispuesta a extirparle una entrevista más o menos «comme il faut». La chica se había preparado la cosa según el manual: lo fantástico, la metafísica, los tigres y los laberintos… Pero al viejo, vaya usted a saber por qué, le dio por decir a todo que no. «¿Lo fantástico? No, señorita, no, lo esencial en mi obra es lo humilde y cotidiano. ¿La metafísica? No, por Dios, señorita, nada de metafísica, sólo sencillez y cierta tímida afición a lo complejo… ¿Tigres, laberintos? No, señorita, no, eso son manías, tics, voy a cambiar de temas…». La pobre chica aulló al fin: «Pero, maestro, ¡que me lo hunde usted todo!». Y él, compungido y algo irónico: «Usted perdone, señorita…».


Ustedes perdonen: en lugar de ser tierno, maltrato a los que amo. «Todos matamos lo que más amamos, los cobardes con un beso, los valientes con la espada…» dijo Oscar Wilde. Quiero seguir blasfemando de verdad, blasfemando allí donde duele y contra lo que duele. ¡A lo mejor resulta que esto también es contracultural! En cualquier caso, el asunto me ha deparado una de las mayores alegrías de mi vida doctoral de «publicista». Lo digo sin pizca de ironía. Se trata de la carta de Luis Giménez Carrasco, que vuelve contra mí mismo una de mis páginas más logradas y lo hace con naturalidad contundente. ¿No os dais cuenta? ¡He ayudado a pensar contra mí! Se me puede negar todo, pero esto confirma que no he hecho trampa ni todo lo que he escrito es vano.

Un fuerte abrazo para todos los lectores y colaboradores del Ajo.

Este artículo se publicó originalmente en el Nº 21 (abril de 1977) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 8 de septiembre de 2023, corre a cargo de Adriano Fortarezza.

Este artículo se publicó originalmente en el Nº 21 (abril de 1977) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 8 de septiembre de 2023, corre a cargo de Adriano Fortarezza.