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ARTÍCULO

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MARZO 1977

AJOBLANCO se desnuda

AJOBLANCO se desnuda

PEPE RIBAS / TONI PUIG / FERNANDO MIR

¿Qué pasa con AJOBLANCO? ¿Contracultura, ideología encubierta, incoherencia total, locura de pequeños burgueses, pasote permanente de unos cuantos gilipollas? ¿Quién está dentro de AJOBLANCO? ¿Qué lío sexual se lleva esta gente? ¿Son unos visionarios? ¿Es la luna de Valencia?

Estos y otros muchos rumores corren esporádicamente por diferentes sitios con buena o mala leche. Cartas, conversaciones, etc… dan fe de ello. No nos gusta personalizar al Ajo, pero ante la confusión y el lío, hemos decidido desnudarnos y explicaros la historia. Con vosotros y por vez primera las opiniones espontáneas de Pepe Ribas, Toni Puig y Fernando Mir. Coordinadores de este libelo que aguanta tu mano. Unas opciones repetitivas, a veces, pero que comidas en conjunto te facilitarán saborear el íntimo cotarro de AJOBLANCO.

1. ¿Quién eres?

PEPE: Puse entusiasmo en cambiar la Universidad al entrar en ella. Esperaba mucho y se me negó todo. El franquismo impedía cualquier movimiento y los partidos políticos no llegaron nunca a ofrecer una auténtica alternativa. Continuamente el Ministerio o la Policía clausuraban la Facultad. El «Derecho», la «Justicia», algo en que había creído, mostró de forma práctica todo su patetismo y su mentira: la ley del más fuerte. Mierda y soledad. Pero me sentía bullir la sangre, la incomunicación me atosigaba, era amante de la literatura y de la aventura. Deseaba luchar, conocer y sobrevivir. En esta excitación conseguimos montar una exposición de poemas en la Facultad. La respuesta fue masiva y sorprendente. Se encendió mi ánimo y decidí dejar aquella tumba para impulsar una empresa que en principio aparecía como imposible: AJOBLANCO. Pero soy de los que creen, de los que luchan, de los que jamás se dan por vencidos. Escribo, hago música, me gusta el cine y soy contrario a todo título, a toda estructuración de la vida en parcelas, a todo fraude. Me siento libertario y no pienso pararme nunca.

FERNANDO: Estudié periodismo en Barcelona. Me gustaba el periodismo aunque no me convenciera el rollo que veía en la prensa. Veía falsedad por todas partes, y veía también la trascendencia de los papeles en los lectores. Era una clara y muy turbia manipulación de la opinión de la gente. No era lo mío pero ¡caray , me seducían las posibilidades de la prensa, la utopía de una prensa veraz que no sirviera a intereses comerciales ni políticos. Había muchos temas que me interesaban, a mí y a mucha gente que conocía, que no se reflejaban en ningún tipo de prensa. Soñaba entonces con crear algo similar a la prensa underground inglesa o americana. Y lo intenté, editando los clásicos panfletos de corta tirada que sucumbían al segundo número por falta de pasta. Me enteré entonces de que iba a aparecer otra revista de éstas. Otra más, me dije; pero fui a verles.

Su nombre era algo tan extraño para mí como AJOBLANCO. Yo tenía entonces 23 años. Conecté enseguida con Pepe Ribas, dando la casualidad de que en AJOBLANCO hacía falta un segundo carnet de periodista, y yo lo tenía recién estrenado. Se me propuso cubrir este hueco, tan sólo eso, pero aquella revista, en principio, me gustaba. Había ideas, muy similares a las que yo había intentado materializar antes, había gente dispuesta, un local, un par de máquinas y algo de dinero. Tenía posibilidades, aunque yo no acabara de darles crédito… La cuestión es que decidí embarcarme en el asunto.

Fui apareciendo con cierta asiduidad por la redacción hasta que, sin darme prácticamente cuenta, me vi totalmente metido en el Ajo. Hasta tal punto que al poco tiempo dejé el único trabajo que tenía, un trabajo fijo y remunerado que servía para cubrir mis gastos, lanzándome a vivir plenamente la aventura del Ajo. Siempre me ha gustado bastante la aventura…


TONI: No me gusta hablar de quien soy porque cualquiera hubiera podido estar en la coordinadora de AJOBLANCO. Si Ajo se planteó, en un principio ya, como una revista colectiva, el colectivo tiende al anonimato. Yo he permanecido en Ajo desde sus inicios por desgana, pereza o falta de algo que me seduzca más. Y me encuentro como pez en el agua.

En el grupo ahora estamos tres jinetes. Ni buenos ni malos. Ni cultos ni tontos. Tenemos una revista que nos ha crecido entre manos y nos grita el imperativo de ser un exponente amplio de gentes e ideas. Nos encanta, por lo demás, la gente. Su conversación y lo que viven. Y nos dejamos llevar. Por sus opiniones y por los artículos que nos mandan. A veces, incluso, demasiado.

Sí, claro. Nosotros también tenemos una manera de vivir. Un estilo que Ajo refleja en pequeña parte. Porque la letra, el dibujo, la revista es, todavía, un material rebelde a aquello que nos gustaría expresar.

Tal vez no lleguemos nunca a realizar la revista soñada ni el grupo de coordinación dinámico y creativo por el que suspiramos. Pero este afán por alcanzarlo continúa, hoy por hoy, dándonos marcha para seguir desempeñando un papel un tanto embarazoso: el de Hermanitas de San Vicente del Papel.

2. Dinero y organización

TONI: Ajo inició su organización con la mejor metodología que puedes llegar a imaginar: No tuvo. Ahora la hemos mejorado. Pero siempre queda aquello de quien tuvo, retuvo.

A nivel redacción decidimos alrededor de una mesa camilla o en las cenas que siguen a las tardes en redacción. Proyectos. Ilusiones. Cosas que no salen. Gente que abandona. Eso ha sido así en toda nuestra pequeña larga historia hasta cuajar en los tres que hoy coordinamos esfuerzos, cargamos el muerto cuando hay cuestiones espinosas y… ¡no es lo ideal! ¿Es una concentración de poder en un triunvirato? Seguramente. Pero para que Ajo amanezca en el kiosco alguien debe disponer y ordenar el material. Cargar sobre sí la revista para concretarla. Y más que autoridad hay, creo, un intento de trabajo reducido, tristemente, a tres personas cuyo único objetivo es que Ajo no decaiga. Crisis, no han faltado.

Dentro del capítulo redacción cabe también señalar, como en primer término y por delante del trabajo de coordinación, a todos aquellos de entre vosotros y a nuestros amigos que de una manera totalmente desinteresada han aportado material. Regalado. Que nos gustaría retribuir. Pero dinero, lo que se dice dinero, está en los bancos y en otras revistas llenas de publicidad y grupos de presión por guardaespaldas. Desde Ajo, lo único que se ve detrás como institución económica e ideológica es tu bolsillo y tu estilo de vida.

Pepe y Fernando ya te hablarán de economía, materia en la que no despunto a pesar de dedicarme, asiduamente, al cultivo de la pedagogía escolar. Ah, y no somos ningún órgano de la CNT.


PEPE: ¿Economía? ¡Carajo, que lío! Dicen que del primer movimiento depende mucho la marcha de una cosa. Tomás Nart y yo, adolescentes y crédulos, no perdimos jamás las esperanzas. Nos decían que todo aquello era imposible: dinero-Ministerio-inmadurez. Y nosotros: ¡Ajo, qué carajo! Duro que te pego. Por aquel entonces teníamos un amigo ya maduro: Francisco Marsal, al que se le podía tantear la cosa. Nos daba vergüenza pero nuestro ánimo pudo más. Se lo propusimos y nos dejó 100 000 ptas., así, sin más. Le gustó la idea, le gustó nuestra convicción. Tomás consiguió 50 000 de su casa, Ana Castellar embaucó a todos sus amigos hasta lograr reunir 100 000 ptas. en pequeñas partes, y yo también puse lo que pude. Total, habíamos logrado reunir casi trescientas mil. No lo dudamos, fuimos a ver a nuestro izquierdoso y amigo notario: Zabala, y hala, AJOBLANCO S. A.

Llegó el Toni, pasó el «N° 0». Necesitamos un carnet de periodista y por suerte, nos presentaron a un tal Barnils, que por aquello tan «ajoso», ha resultado ser tan «ajo» como todos, y a veces incluso más. Nunca se ha metido y sin embargo de cuando en cuando nos da «marxa». Nuestro infatigable y todavía virgen abogado Félix Vilaseca, insaciablemente iba recogiendo papeles, pólizas e instancias para que el Ministerio aprobara esa empresa tan extravagante. Y en Julio, oh sorpresa, el BOE publicó nuestra revista. Con el uno en la calle aparecieron, cuán sutiles, los problemas económicos. En el «Tres», el dinero se había agotado. Nos cortaron la luz y el teléfono del despacho de Aribau. Deudas: 150 000 ptas. Agobios. Caras serias, la María lloraba. Telefoneó a su casa (su padre es payés de Tarragona) y consiguió que le mandaran dinero para el alquiler. Otros amigos y colaboradores nos prestaron algo de dinero. Con luz y teléfono se respiraba un poco más. Toni y yo nos decidimos a pedir un crédito de 350 000 ptas. a la Caixa d’Estalvis y nos lo dieron. Continuamos, pero en el «Seis» otra vez igual, peor. Nunca habíamos cobrado sueldo y la situación personal era también irresistible. Pero no sólo no nos desmoralizamos sino que Fernando, para colmo, se animó a dejar su otro trabajo, y no tenía un duro. Pero era igual, algo inventaríamos; alguien comprendería nuestra situación y nos apoyaría. Siempre hemos creído en la solidaridad humana y gracias a ella hemos subsistido. Un tío independiente: César, invirtió en nosotros sus ahorros sin pedirnos nada a cambio. Le gustaba el Ajo. Luis Racionero, que siempre nos ha ayudado, especialmente en los momentos difíciles, también puso lo que pudo. Y así, tras cuatro meses de silencio, AJOBLANCO volvió otra vez a la calle con nuevo formato, nuevas ideas y más marcha. En Febrero, otra crisis económica y otra vez sin luz ni teléfono. ¿Otro crédito? Francisco Marsal nos volvió a prestar un soplo y nos lo avaló: 750 000 ptas. Más marcha y Valencia: Suspensión y ¿Cierre? ¡Ja! Cuatro meses calladitos pero, no perdimos el tiempo. Y con nuevo formato doblamos la tirada y aumentaron las ventas. Por ejemplo del N° 2 sólo vendimos 2 000 ejemplares. Del de Durruti: 22 000. Todavía no cobramos, pero pronto podremos pagar deudas e ir más tranquilos. Hay mucho trabajo, muchísimo para llegar. Y creo que lo que se dice llegar, nunca llegaremos. Constituimos una sociedad para hacer factible el proyecto. No nos hemos equivocado, y además es nuestra. Femando, Toni y yo la gestionamos con la total independencia de debernos, en todo caso, sólo a vosotros.

FERNANDO: ¿Quién paga? Eso me gustaría saber a mí cada final de mes cuando tengo que pagar mi parte correspondiente del piso. Por cierto que vivo con Toni (la dirección en otro número). Ajo tiene, por exigencias burocráticas sine qua non, una serie de accionistas que han puesto más o menos dinero. A algunos prácticamente no los conozco. Supongo que entregaron ese dinero con la convicción de no recuperarlo jamás, y espero que sigan pensando así. Y por otra parte, nunca nadie ha utilizado su poder como accionista exigiendo que se publicara un determinado artículo o entrometiéndose en la redacción. Esto me parece muy importante.

Parece que ahora podremos empezar a reducir nuestras deudas, acumuladas en los primeros números, cuando al soltar el nombre de nuestra revista nos preguntaban con extrañeza «¿Ajoqué?». Pero lo de Valencia, en cierto modo, nos benefició: la gente hablaba de AJOBLANCO, y con todas las letras; les sonaba aunque muchos no lo hubieran visto en su vida. Luego, tras la suspensión, abandonamos el antiguo despacho de la calle Aribau, aquel cuartito, horno en verano y nevera en invierno, por el que tanta gente, tantas energías, tantos sinsabores, tantos desmadres, tantos sustos (amenazas de bomba incluidas), tan buenas vibraciones, tan malos rollos y tantas ilusiones pasaron. Aquellas tardes con Agustí, Jordi, Carlos… ¡Cuántos recuerdos!

Ahora tenemos un local más grande, también un presupuesto mayor, y una serie de sueldos ineludibles que pagar, pues Félix, Caries, Nuri, Ramón y Santi tienen que vivir de algo; a veces se les retrasa el pago, pero ellos también son Ajo: se comen las cartas que llegan para la Cloaca y aguantan.

Pepe, Toni y yo cobramos algo de vez en cuando, pero tenemos que montarnos otros tinglados aparte para subsistir. Nunca tendremos el sueldo que por nuestra dedicación nos darían en cualquier otra empresa «seria», pero no nos importa tener dinero. Nos importa vivir a tope, y todo lo que me ha proporcionado el Ajo, todas las experiencias y todas las personas que he podido conocer a través de él me compensan con creces. Soy algo romántico, pero en absoluto una hermanita de la caridad, y si estoy en el Ajo no es más que porque me compensa…

3. Evolución de AJOBLANCO

FERNANDO: Es difícil oír tantas opiniones diversas con respecto a algo como con el Ajo. Han dicho que somos de todo, desde contraculturales hasta anarcos, pasando por comunistas y masones. Tras lo de Valencia, unos cientos de cartas se mostraban bastante de acuerdo en cómo definirnos, aunque sospechosamente la mayoría de aquellos calificativos nada cariñosos provenían de la ciudad de las Fallas. Se nos puede llamar libertarios, aunque no nos gusten las etiquetas. Lo único que sé es que nosotros evolucionamos, que el Ajo evoluciona, que vosotros (a través de vuestras cartas y visitas) también evolucionáis, y que conectamos. El Ajo es una auténtica comunidad en constante evolución. Éste es un proceso que surge espontáneamente casi sin apercibirnos del mismo. El Ajo (en toda su amplitud) arrastra y muy fuerte. Tenemos un criterio independiente y es únicamente esto lo que nos hace elegir unos artículos y desechar otros. No se le pide a nadie profesión de fe de ninguna ideología, sucede simplemente que unas cosas nos caen más próximas que otras. Así se hace el Ajo, con toda su sarta de aciertos y desvaríos…


TONI: Cuando aterricé en Ajo el bichito era un proyecto de revista con ribetes literarios que clamaba libertad de formas y autores. Quizás, desde entonces, no me codeo bien con la literatura. Las discusiones, enseguida condujeron a otros páramos más fértiles donde cada uno pudiera volcar sus chifladuras. Y así, entre me lo creo y lo dudo, se parió el primer Ajo que, con una compaginación a manos de Cese Serrat, a quien dedicaremos una lápida de mármol violeta en el número del centenario, besó al país a través de una portada que se hizo famosa: un morro grueso y seductor que, unido a una editorial de la que nos enorgullecemos, cabreó a los catifalques de toda la cultura del país. Ajo había nacido sin publicidad. Discreto. Confiando en su olor picante y nuestra juventud, ¿se vendería? Poco. En este mundo traidor sólo se enriquece quien vende mercancía a golpe de spot publicitario. Pero seguimos en la trinchera.

Eran los tiempos en que descubríamos y divulgábamos a los Ginsbergs, Watts, Warhol de la familia contracultural americana y a Blake y otros, pioneros todos de un nuevo sentir. ¡Oh tiempos! Enseguida, por este afán de clarificarlo todo —en este país padecemos un trauma burocrático increíble—, nos encasillaron en la contracultura. Y listos. A otra cosa mariposa. El Ajo ya no picaba. Y continuamos sacando números reseñando lo auténtico y lo manipulado, hasta donde éramos capaces de llegar. Y el olor picante de Ajo iba expandiéndose gracias a todas vuestras aportaciones.

Después, hoy, hemos asesinado la contracultura. Sí. Porque detrás de esta palabra guerrera, la burguesía y el poder han almacenado un estilo de vida que ahora les interesa propugnar. Porque es veneno sin muerte. Nos la cargamos. Ésta. No la que avivó y aviva nuestra manera de pensar y obrar. Contracultura, hoy, es una espada de doble filo que corta por el lado más dulce.

Cambiamos más tarde de formato, coincidiendo con la muerte de Franco. —No influyó, por favor—. Con los ojos menos fijos en América. Nos bañábamos, ya, en el Mediterráneo. Con una alternativa aquí y ahora. Factible. Y zás, por propugnar la fiesta nos cierran la revista y nos arrean un multazo. Terminó la serie de Ajos aparecidos con formato gigante. Vacaciones. Reflexión. Más Mediterráneo. Y aquello que se intuía y decíamos con palabras de los americanos se materializa: una alternativa libertaria que potencie el placer, una vida cotidiana imaginativa, unos gramos de crítica al sistema estatal…

Quizás tú, amigo, sólo has leído estos últimos Ajos. Estos que han aparecido con un formato estándar. Y la verdad es que el antiguo nos gustaba más. Pero nos fue imposible continuarlo por motivos de doblaje. Los sueldos hoy están que asustan, y el último plegado era ¡a mano! Éste, si lo miras requetebién, verás que no es tan malo. Equidista un huevazo de lo estándar que aparece en el país, exceptuando las portadas, de las que no nos sentimos orgullosos en absoluto. Somos algo patosos.

¿Que estamos muy políticos? No lo sé. Hemos intentado reflejar la situación de mucha gente, potenciando líneas que en Ajos pasados ya aparecieron. ¿Que nos hemos pasado en el lenguaje? Seguro. ¿Por qué para hablar de según qué no tenemos un lenguaje y un estilo directo y familiar? ¿O es que hay cosas que sólo se pueden hablar de una manera rebuscada por estar muy alejadas de la vida real? Buscamos soluciones.

Ajo, este Ajo, continúa siendo una pizarra libre donde escribir libertad. En mayúscula, minúscula, cursiva, gótica y pop. Continúa intentando reflejar alternativas en un país donde no han podido florecer por la asfixia de décadas y represión. Continúa optando por el placer frente al trabajo. Continúa… Hoy como ayer estamos, cada principio de mes, frente a unos papeles blancos para llenarlos de una manera desenfadada y conjunta, papeles en los que, a veces, garabateo más de la cuenta por falta de material de otras personas. Y no me gusta nada.

En sus múltiples variantes y coleteos, creo, Ajo siempre ha reflejado su tufillo. Sus variantes gustillos según lo tomes en ensalada, tortilla, cocido o al natural.

PEPE: No conozco una evolución tan intrincada y absolutamente rabiosa como la nuestra, claro que de alguna forma es la única que he vivido. Pero imaginad a doce personas de procedencias completamente dispares, alucinando sobre temas no del todo conocidos, alrededor de una mesa de comedor comprada en Los Encantes, metidos en un cuchitril de treinta metros cuadrados en la calle Aribau, en plena Dictadura franquista, con lo que esto supone. Imaginaos pues frente a una empresa imposible, en donde, valga proclamarlo, no existía ninguno, absolutamente ningún partido político, ni ideología, ni financiera que la programase de antemano.

Planteamientos, metas: todas, pero inconcretas porque el franquismo siempre nos impidió que la gente se organizase y no sabíamos de dinámicas. La gente de fuera no nos ayudó. Ni a la «cultura» ni a la política les interesaba que un grupo de muchachos impulsivos, inexpertos e independientes organizasen su rollo. Se dijo que Racionero tuvo un papel fundamental y es falso. AJOBLANCO es hijo de gente de la calle que no quiere vanguardias ni élites. Por él han pasado muchas personas, hemos permanecido abiertos. Nuestra empresa ha sido un barco con rumbo espontáneo, hijo de vosotros y de nosotros. Tú me escribes, nos mandas un artículo, nos telefoneas, te pasas por aquí y nosotros te escuchamos, te absorbemos y AJOBLANCO da un paso. Luego viene otro y damos otro paso. Nuestro propósito era crear una revista que impulsase la vida y demostrara que hay mucha gente inquieta que busca y quiere rollo.

AJOBLANCO ha pretendido y pretende potenciar auténtica cultura, AJOBLANCO quiere desreprimir e informar sobre tus-mis problemas. Algunos que estuvieron con nosotros se quemaron porque sintieron necesidad de dogmas o porque quisieron llevar la revista a un camino concreto. Nuestra ideología ha sido siempre antiautoritaria, de ahí nuestra evolución hacia lo ácrata. La contracultura se cayó al suelo porque el sistema la convirtió en moda, y después de la suspensión estaba clarísimo que teníamos que radicalizamos. El país está sufriendo una transformación política. La democracia es trampa y es nuestra labor denunciarla. AJOBLANCO es mucho más coherente que ayer, pero eso no quiere decir que AJOBLANCO sea pasto de una ideología. Continuamos en marcha, incisivos, fluidos, pretendiendo reivindicar al diablo como luz ante la manipulación y la tiniebla. Tratando de hacer lo imposible por cambiar nuestra vida cotidiana.


4. Actualmente

Hoy nos hemos arrinconado los de la coordinadora, cuando esto escribimos, en un pueblecito mediterráneo para proseguir la marxa de Ajo. No repudiamos el camino seguido. Los planteamientos sirven para mejorar las líneas de fuerza que refuercen el estilo que a partir de muchos hemos intentado esbozar. En este mismo número hallarás, para avanzar en esta colectivización de la comunicación, una encuesta. Tus opiniones nos son fundamentales. No es, ni mucho menos, un referéndum. Es intentar poner en funcionamiento una «asamblea general constituyente» de lectores. Acercarnos, prácticamente, a eso que se llama democracia directa, dentro de lo que podamos.

Momento difícil. Al borde del equilibrio económico. Lo que supone dedicación exclusiva a AJOBLANCO. Lo que supone dormir sin pesadillas ni letras de cambio. Un momento importante. En Ajo, hemos tenido muchas ideas, muchos proyectos que ahora, por vez primera, todos vemos factibles: una editorial, impulsar actividades, ayudar a crear distribuidoras paralelas, la fábrica… No estamos solos: Star, MMM, Rock Comix, la prensa ácrata, el trabajo de los colectivos, la labor de los barrios, los futuros Ateneos libertarios… ¿Y AJOBLANCO? El Ajo, tras un período de politización un tanto intelectualizada, está haciendo cura de cotidianeidad. Queremos seguir en la calle, con vosotros. Queremos proseguir el diálogo.

Nuestra ilusión sería incluso pasar de firmas y hasta de tener que escribir nosotros mismos los artículos. Queremos que seáis vosotros los que llenéis el Ajo, siendo nuestra misión coordinar todo este lío. Pero… hoy por hoy esto es materialmente imposible. Decís que no hablamos, por ejemplo, de Galicia, pero… ¿quién nos escribe sobre Galicia? Llegan cartas de ese país, pero con los consabidos rollos metafísicos personalistas e intemporales… Y nos gustaría encontrar en el Ajo experiencias de todas partes.

Por todo eso y más estamos aquí para intentar facilitar que la corriente eléctrica, que siempre ha circulado por entre todos los que constituimos Ajo, fluya lo más auténticamente posible. Hemos tenido cortocircuitos, gente que ha intentado llevar el agua a su molinillo, personalismos… Como en cualquier grupo. Pero seguimos, los de la coordinadora, intentando tirar hacia delante, a trancas y barrancas y cual locos chalados, esta maravilla que nos fascina y que una gitana bautizó con el nombre saleroso de AJOBLANCO.

Un destape al año no hace daño.


Este artículo se publicó originalmente en el Nº 20 (marzo de 1977) de AJOBLANCO y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 8 de septiembre de 2023, corre a cargo de Adriano Fortarezza.

Este artículo se publicó originalmente en el Nº 20 (marzo de 1977) de AJOBLANCO y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 8 de septiembre de 2023, corre a cargo de Adriano Fortarezza.