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ARTÍCULO

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JULIO 1976

Catalunya: Homenaje a George Orwell

Catalunya: Homenaje a George Orwell

PEP MARTÍNEZ

Amor con amor se paga. En 1938, Orwell quiso escribir su Homage to Catalonia. Joan Vives y Lluís M° Ros, a la hora de componer lo que titulan Primer opera rock en catalán, han ido a fijar su atención en Animal Farm, ingeniosa novela de este apreciado Orwell, catalogado al fin como uno de los nuestros. ¿Pura casualidad? Su explicación es simple: en setiembre de 1973, Vives se topaba sorprendido con el libro Homage to Catalonia en un escaparate londinense (cuatro años después de su traducción catalana); le interesó el autor; leyó Animal Farm (el conocido Rebelión en la granja) y le sedujo la originalidad del tema, esa crítica lúcida del estalinismo en un tono de fábula (los animales de una granja inglesa se rebelan contra el hombre, los puercos se constituyen en dirigentes, el proyecto revolucionario va siendo arrinconado y deformado, hasta resurgir el himno de liberación inicial).

La biografía de Orwell es concisa: Eric Arthur Blair —de nombre literario, George Orwell— nacía en Motiari (Bengala) el 25-06-1903, cuatro años después los Blair se vuelven a Inglaterra, Eric escribe su primer artículo periodístico (1915), estudios en Eton (1917-21), ingreso en la guardia imperial india de Burma (1921-27) y regreso a Inglaterra, pasa a París donde escribe La censura de Inglaterra (1928), enferma de neumonía escribiendo artículos y novelas que no logra publicar, vuelve a Inglaterra, lo hallamos en España como periodista en 1937 (sus papeles del I. L. P. hacen que se vea enrolado en las milicias del P. O. U. M.), escribe a su regreso Homenaje a Catalunya (1938), luego Rebelión en la granja (1943-45), publica su libro de ficción 1984 (1949) y fallece en Londres de una tuberculosis pulmonar en 1950. ¿Qué pasa con Orwell para que nos sintamos identificados con él en 1976? O mejor dicho, ¿qué pasa con nosotros?


No sé si es cosa de los compositores o más bien de su público. Pero resulta harto sintomático que en la Barcelona de 1976 haya gente que se identifique con Orwell, que pida y exija la denuncia de las revoluciones traicionadas: en lenguaje sencillo, a escala animal, vemos el estajanovismo del caballo, trabajador infatigable; el bonapartismo de los puercos dirigentes, las luchas interburocráticas, hasta el culto a la personalidad del puerco Napoleón; vemos planes quinquenales (la construcción de un molino de viento), guerra fría, coexistencia pacifica entre los puercos y el hombre; y evidentemente la caza del «trotskista», la represión de los policías (perros) hasta otra irrupción libertadora.

Una de las virtudes no menores de George Orwell está en este mantener la esperanza a pesar de todo. La segunda generación de animales, nacida ya en régimen «animalista», viene a expresarnos así su toma de conciencia: Los viejos ya no saben si era mejor la época del granjero o la del puerco Napoleón; los jóvenes no pueden distinguir si son hombres o puercos los que mandan aquí; los puercos (dirigentes) viven como lo hacía el granjero, se apropian de la leche (plusvalía), los perros policías abundan más que antaño, la casa de Napoleón parece ya un palacio. Su conclusión: los puercos traicionaron a la revolución, fuimos manipulados por ellos y los hombres estamos peor que antes, pasemos a la acción, destruyamos ese mundo y cuanto nos impone y hagamos la auténtica Granja Animal, otra Granja Animal. E irrumpe de nuevo, cerrando la pieza, aquel viejo canto libertario que despertó al principio la conciencia de todos:

Nuestra vida es miserable, corta y siempre trabajando, cuando las fuerzas se acaban somos vilmente asesinados, ningún animal en toda esa tierra sabe lo que es la libertad, y ¿acaso es ley de vida todo eso, acaso la tierra es pobre?; no, mil veces no: esa tierra, nuestra tierra, es fértil. ¿Que por qué seguimos en tal condición? Porque el hombre nos roba toda la producción». Y todo ello culmina con un lema contundente: «Mas bella será la vida si tenemos libertad

Orwell viene a recordarnos que los programas políticos pueden ser siempre deformados, pero ello no impedirá que perviva el afán de libertad: Donde decía «Ningún animal tendrá ropa ni dormirá en una cama ni vivirá en una casa ni matará a otro animal ni beberá alcohol ni fumará tabaco», siempre podrán haber «retoques»: «Ningún animal tendrá ropa… interior», «Ningún animal dormirá en una cama… con sábanas», «Ningún animal vivirá en la casa… si no es puerco», «Ningún animal matará a otro… sin motivo», «Ningún animal beberá alcohol… en exceso». En definitiva, al lema «Todos los animales somos iguales», le sustituye el de «Una Granja Animal es una idea bestial»; y la consigna «Cuatro patas sí, dos patas no» ha pasado a ser «Cuatro patas sí, dos patas mejor».


Orwell no es un doctrinario, un sectario ni un ingenuo. No es un hombre que hace el juego a la reacción. Es un hombre sincero y honesto que ha vivido eventualmente en un clima de igualdad y quiere que todos nos sintamos partícipes de sus experiencias: «Lo que atrae a los hombres corrientes hacia el socialismo —escribe en su Homage to Catalonia— y hace que estén dispuestos a jugarse la piel, la “mística” del socialismo, es la idea de la igualdad; para la vasta mayoría del pueblo, el socialismo significa una sociedad sin clases o no significa nada».

Anexo: Para comprender a Orwell

«Ahora que veo ese período con perspectiva no me sabe mal el haberlo vivido. Querría, ciertamente, haber ayudado de modo más eficaz, pero, desde un punto de vista personal —desde el punto de vista de mi propio desarrollo—, aquellos primeros tres o cuatro meses que pasé en el frente fueron menos fútiles de lo que creía. Constituyeron una especie de interregno en mi vida, completamente distinto a cuanto había vivido, y acaso a cuanto tenía que seguir, y me enseñó cosas que no habría podido aprender de ningún otro modo. Allí, en Aragón, te encontrabas entre decenas de millares de personas, la mayoría, si no todas, de origen obrero, que vivían en un mismo nivel y en un plano de igualdad. En teoría la igualdad era perfecta, e incluso en la práctica se acercaba mucho. Hasta cierto punto podríamos decir, sin faltar a la verdad, que vivir en aquel ambiente era vivir de antemano una primicia de socialismo. Naturalmente, ese estado de cosas no podía durar. Fue, simplemente, una fase temporal y local de una enorme partida que se está jugando en toda la superficie de la tierra. Pero duró lo suficiente para producir efecto en cuantos la experimentaron. Por más que en aquellos momentos lo negábamos, luego nos dimos cuenta de que habíamos estado en contacto con algo insólito y valioso. Habíamos vivido en una comunidad donde la esperanza era más normal que la apatía o el cinismo, donde la palabra “camarada” respondía a un auténtico compañerismo y no a un engaño, como en la mayoría de países. Habíamos respirado los aires de la igualdad. Y es en eso que aquellos pocos meses pasados en las milicias fueron valiosos para mí. Porque las milicias españolas, mientras existieron, fueron una especie de microcosmos de una sociedad sin clases. Y, a la larga, en vez de desilusionarme, me atrajeron profundamente. Como resultado de aquella experiencia aumentó más aún mi deseo de ver implantado el socialismo. Naturalmente, en aquellos momentos yo apenas era consciente de los cambios que se producían en mi espíritu. Ahora es completamente al revés. Aquel período, que entonces me parecía tan fútil y monótono, ahora tiene una gran importancia para mí. Es tan distinto del resto de mi vida…».

Extractado de Homage to Catalonia, 1938

Anexo: Para comprender a Orwell

«Ahora que veo ese período con perspectiva no me sabe mal el haberlo vivido. Querría, ciertamente, haber ayudado de modo más eficaz, pero, desde un punto de vista personal —desde el punto de vista de mi propio desarrollo—, aquellos primeros tres o cuatro meses que pasé en el frente fueron menos fútiles de lo que creía. Constituyeron una especie de interregno en mi vida, completamente distinto a cuanto había vivido, y acaso a cuanto tenía que seguir, y me enseñó cosas que no habría podido aprender de ningún otro modo. Allí, en Aragón, te encontrabas entre decenas de millares de personas, la mayoría, si no todas, de origen obrero, que vivían en un mismo nivel y en un plano de igualdad. En teoría la igualdad era perfecta, e incluso en la práctica se acercaba mucho. Hasta cierto punto podríamos decir, sin faltar a la verdad, que vivir en aquel ambiente era vivir de antemano una primicia de socialismo. Naturalmente, ese estado de cosas no podía durar. Fue, simplemente, una fase temporal y local de una enorme partida que se está jugando en toda la superficie de la tierra. Pero duró lo suficiente para producir efecto en cuantos la experimentaron. Por más que en aquellos momentos lo negábamos, luego nos dimos cuenta de que habíamos estado en contacto con algo insólito y valioso. Habíamos vivido en una comunidad donde la esperanza era más normal que la apatía o el cinismo, donde la palabra “camarada” respondía a un auténtico compañerismo y no a un engaño, como en la mayoría de países. Habíamos respirado los aires de la igualdad. Y es en eso que aquellos pocos meses pasados en las milicias fueron valiosos para mí. Porque las milicias españolas, mientras existieron, fueron una especie de microcosmos de una sociedad sin clases. Y, a la larga, en vez de desilusionarme, me atrajeron profundamente. Como resultado de aquella experiencia aumentó más aún mi deseo de ver implantado el socialismo. Naturalmente, en aquellos momentos yo apenas era consciente de los cambios que se producían en mi espíritu. Ahora es completamente al revés. Aquel período, que entonces me parecía tan fútil y monótono, ahora tiene una gran importancia para mí. Es tan distinto del resto de mi vida…».

Extractado de Homage to Catalonia, 1938

Este artículo se publicó originalmente en el Nº 15 (julio de 1976) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 8 de septiembre de 2023, corre a cargo de Adriano Fortarezza.

Este artículo se publicó originalmente en el Nº 15 (julio de 1976) de Ajoblanco y ha sido cedido para su lectura online en STIRNER por Pepe Ribas, fundador de la revista. La presente versión revisada, del 8 de septiembre de 2023, corre a cargo de Adriano Fortarezza.